lunes, 14 de agosto de 2017

Stanislaw Lem por Elvio E. Gandolfo


Stanislaw Lem falleció en 2006. Su libro “Solaris” es un clásico absoluto del siglo XX, a la altura de, por ejemplo, El extranjero de Camus, o El cazador oculto de Salinger.

La fiebre del heno es una obra maestra de la novela policial bizarra. Una serie de muertes de astronautas en Italia termina por apuntar a un culpable curioso: el exceso de planos de complejidad de la vida masiva.

En su ciencia ficción hay dos sabores, sólo aparentemente diversos: el de los libros “serios”, como Fiasco, Edén, Memorias encontradas en una bañera (densamente kafkiana), o El invencible. Luego están una novela satírica como El congreso de futurología y las decenas de cuentos, entre filosóficos y surreales, reunidos en tomos sucesivos de “historias del piloto Pyrx” o “retornos” o “diarios” de las estrellas.

Su “primera novela de ciencia ficción”, es Astronautas, de 1951. El libro tiene una importancia esencial, porque su éxito inesperado fue el que lo decidió a cultivar con altura un género que lo llevó incluso a formar parte de la Asociación de Escritores Norteamericanos de Ciencia Ficción, aunque fue expulsado cuando se le ocurrió criticar el bajo nivel del género en Estados Unidos.

La chispa fue un paseo y una conversación con un “señor gordo” del que no sabía que era jefe de una editorial. Comentaron la falta de novelas polacas del género. Allí el compañero de charla le encargó que escribiera una. “Al cabo de unas semanas”, comenta en un texto autobiográfico, “me llega el contrato, sólo falta poner el título. Puse Astronautas, aunque no sabía aún de qué iba a ser el libro”. El resultado fue insólito. La novela no sólo funcionó muy bien en Polonia, sino también (y acaso sobre todo) en Alemania.

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