Estamos ante un libro desmesurado por su ambición y
desmesurado por el riesgo asumido. Johnson no hace una obra pacifista, que se
limite a execrar la guerra y el intervencionismo imperialista de su país; no
hace, por supuesto, una obra patriótica que intente salvar ese desastre que fue
Vietnam; ni hace tampoco un neutro retrato de costumbres de la vida de quienes
allí lucharon. Johnson está más interesado en el destino individual que en el
colectivo. Utiliza la guerra (una guerra, como ésa, nada heroica) a la manera
de un escenario extremo donde plasmar su visión del hombre.
Los personajes de Johnson sufren atrozmente porque han sido
derrotados o se han vuelto locos o están enfermos o han tenido una pérdida
insoportable. Todos se descubren tarde o temprano en una guerra que no es la
suya, pero todos, traidores o no, desertores o no, asumen su fatal destino con
la resignación.
Hay tres líneas de acción: una tiene que ver con dos
soldados que provienen de una familia rural de la América profunda, Jim y Bill
Houston. La otra tiene que ver con un oficial vietnamita de aviación llamado
Nguyen Minh, su tío Hao y un amigo de juventud de Hao llamado Trung Than que se
marchó al norte tras la división del país y ahora quiere ser agente doble para
los americanos. La tercera, con un joven agente del FBI, Skip Sands, primero
enviado a Filipinas y más tarde a Vietnam. «El coronel», el tío de Sands, un
héroe de la Segunda Guerra Mundial que ahora está también en el FBI, constituye
el centro de la acción.
El periplo se inicia en la Bahía de Subic, en Isla Grande,
con el joven marinero en prácticas William Houston, que se acerca con un rifle
del calibre veintidós para ir practicando las artes de la caza. Allí ya ocurre
un acontecimiento estremecedor.
Por otro lado, Skip Sands es un americano ingenuo y patriota
convencido de su papel en la detención del avance del comunismo en Filipinas.
Tras el asesinato de un sacerdote acusado de pasar armas a los comunistas,
comienza a sospechar que la guerra que estaba ansioso por librar no es tan
buena como creía. Su tío, el héroe de guerra conocido como «el Coronel», tiene
grandes planes para derrotar a los comunistas: una ofensiva psicológica con
armas atómicas y agentes dobles vietnamitas con el nombre en clave de «Árbol de
Humo».
El tío de Skip Sands, "el Coronel", le encarga vigilar al cura Thomas Carignan, sospechoso
de pasar armas a los simpatizantes del comunismo en Filipinas, y este muere asesinado
a manos de un mercenario alemán contratado por la CIA, Skip comienza a
sospechar que quizá la guerra que estaba ansioso de librar no es tan buena como
pensaba. Su sospecha se confirmará poco después, con el juego de intrigas y
dobles agentes orquestado por sus compañeros de la inteligencia en las junglas
de Vietnam. Incapaz de distinguir entre los buenos y los malos, Skip llevará a
cabo un plan para confirmar lo que más teme: que su verdadera misión consiste
únicamente en suministrar información para justificar la invasión.
En el último eslabón de la cadena de mando, los soldados
voluntarios Bill y James Houston, procedentes de las clases rurales de Arizona,
se enfrentan al horror y la brutalidad de las guerrillas, y de sus propios
instintos.
Adentrarse en estos territorios supone toparse con el
napalm; la bomba de azufre blanco; la atmósfera de silencio; el campamento Eco
instalado con sus generadores MASH mientras a la salida del sol la montaña
regurgita humo negro como si fuera un volcán; con el ejército del norte; los
morteros del Vietcong; el Purple Bar, una choza enorme, un antro donde merodean
prostitutas de cara sombría, niñas abandonadas cuyas familias han fallecido y
en donde nunca entra ninguna chica del lugar. Vietnam es asediada por los F-16
y los cazabombarderos F-5E, dejando tras de sí vidas que desaparecen
ignotamente, bajo alfombras de fuego y humo, mientras sopla un viento
pestilente de ilusión. Entretanto los helicópteros americanos ametrallan
cualquier cosa que se mueve por los ríos y las patrullas de tierra queman
aldeas sin sentido masacrando despiadadamente a sus nativos. La escena del
hombre torturado en una de las aldeas es repugnantemente atroz. Es realmente
escabrosa y sanguinaria. Denis Johnson intenta mostrarnos una mota de la
suciedad humana que se respiró en tan descabellada guerra.
El misterioso tema de las grutas subterráneas escavadas por
los nativos suscita una disposición a la lectura digna de un bestseller. Los
vietnamitas cavaron los túneles con simples palas de mano, a veces, a una tasa
de sólo uno o dos metros por día. La tierra se la llevaban en cestas y, para
evitar ser descubiertos, la arrojaban en lugares muy distantes. Las entradas,
rectángulos de cuarenta por treinta centímetros aproximadamente, se camuflaban
con vegetación. Tan desapercibidos pasaban estos pasadizos subterráneos que los
norteamericanos montaron una base sobre ellos, sin darse cuenta de que sus
enemigos vivían debajo. Los vietnamitas salían por la noche y les robaban
comida.
Como se puede comprobar en la novela, a finales de 1968 los
norteamericanos descubrieron, al fin, una entrada. Aún así era muy difícil
acabar con aquella fortaleza subterránea. Se intentó destruir los túneles con
explosivos o quemando gas de acetileno. Pero la dureza de la tierra y la
capacidad de los vietnamitas para reparar durante la noche lo destruido impedía
que estos ataques norteamericanos tuvieran éxito. También se enviaron perros
para localizar a los guerrilleros, pero las trampas colocadas en los túneles
los mataban o mutilaban.
Otro de los elementos que refuerzan Árbol de humo son los
personajes casuales que van apareciendo en la trama, como el Teniente Virgen ,
el Sargento Storm o Cadwallader. Con ellos se va completando el mosaico
calidoscópico de esa realidad llamada Guerra de Vietnam, que junto a las
descripciones que plasma el escritor sobre ciudades como Hanoi, Na Trahng o
Saigón, más el incesante calor pegajoso del clima que transmite, y un sinfín de
detalles acertados, ayudan a penetrar literariamente en uno de los países del
Lejano Oriente más fascinantes y exóticos de los que forman toda indochina.
La lectura es muy ágil. Suceden cosas constantemente. Las
ideas clave que quiere transmitir el autor se asimilan sin esfuerzo en la misma
acción, en los ágiles diálogos, en los pequeños sucedidos excitando tus
sentidos mediante una sutil desazón placentera.
Cubriendo un período que va de 1963 a 1970, a lo que se suma
un epílogo situado en 1983, esta novela parece estar embebida de una saludable
ambición: la de ser un texto en el que la totalidad fragmentada forme una
visión de conjunto y que eso habilite una certeza y una verdad: saber qué
ocurrió en el día a día de la guerra.
Denis Johnson nació en Múnich en 1949, hijo de un
diplomático estadounidense relacionado con la CIA, su infancia transcurrió por
destinos como Tokyo, Manila y Washington DC. Alumno de escritura creativa de
Raymond Carver en la Universidad de Iowa, Johnson publicó su primera novela,
'Ángeles derrotados', en 1983, pero tuvo su primer gran éxito con el 'Hijo de
Jesús' (1992), 11 cuentos en torno a adictos de las drogas en áreas rurales de
EEUU. Denis Johnson falleció a los 67 años el 25 de mayo de 2017, en su casa de
Gualala, California.
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