lunes, 12 de junio de 2017

Árbol de humo de Denis Johnson

 
Estamos ante un libro desmesurado por su ambición y desmesurado por el riesgo asumido. Johnson no hace una obra pacifista, que se limite a execrar la guerra y el intervencionismo imperialista de su país; no hace, por supuesto, una obra patriótica que intente salvar ese desastre que fue Vietnam; ni hace tampoco un neutro retrato de costumbres de la vida de quienes allí lucharon. Johnson está más interesado en el destino individual que en el colectivo. Utiliza la guerra (una guerra, como ésa, nada heroica) a la manera de un escenario extremo donde plasmar su visión del hombre.
Los personajes de Johnson sufren atrozmente porque han sido derrotados o se han vuelto locos o están enfermos o han tenido una pérdida insoportable. Todos se descubren tarde o temprano en una guerra que no es la suya, pero todos, traidores o no, desertores o no, asumen su fatal destino con la resignación.
Hay tres líneas de acción: una tiene que ver con dos soldados que provienen de una familia rural de la América profunda, Jim y Bill Houston. La otra tiene que ver con un oficial vietnamita de aviación llamado Nguyen Minh, su tío Hao y un amigo de juventud de Hao llamado Trung Than que se marchó al norte tras la división del país y ahora quiere ser agente doble para los americanos. La tercera, con un joven agente del FBI, Skip Sands, primero enviado a Filipinas y más tarde a Vietnam. «El coronel», el tío de Sands, un héroe de la Segunda Guerra Mundial que ahora está también en el FBI, constituye el centro de la acción.
El periplo se inicia en la Bahía de Subic, en Isla Grande, con el joven marinero en prácticas William Houston, que se acerca con un rifle del calibre veintidós para ir practicando las artes de la caza. Allí ya ocurre un acontecimiento estremecedor.
Por otro lado, Skip Sands es un americano ingenuo y patriota convencido de su papel en la detención del avance del comunismo en Filipinas. Tras el asesinato de un sacerdote acusado de pasar armas a los comunistas, comienza a sospechar que la guerra que estaba ansioso por librar no es tan buena como creía. Su tío, el héroe de guerra conocido como «el Coronel», tiene grandes planes para derrotar a los comunistas: una ofensiva psicológica con armas atómicas y agentes dobles vietnamitas con el nombre en clave de «Árbol de Humo».
El tío de Skip Sands, "el Coronel", le encarga vigilar al cura Thomas Carignan, sospechoso de pasar armas a los simpatizantes del comunismo en Filipinas, y este muere asesinado a manos de un mercenario alemán contratado por la CIA, Skip comienza a sospechar que quizá la guerra que estaba ansioso de librar no es tan buena como pensaba. Su sospecha se confirmará poco después, con el juego de intrigas y dobles agentes orquestado por sus compañeros de la inteligencia en las junglas de Vietnam. Incapaz de distinguir entre los buenos y los malos, Skip llevará a cabo un plan para confirmar lo que más teme: que su verdadera misión consiste únicamente en suministrar información para justificar la invasión.
En el último eslabón de la cadena de mando, los soldados voluntarios Bill y James Houston, procedentes de las clases rurales de Arizona, se enfrentan al horror y la brutalidad de las guerrillas, y de sus propios instintos.
Adentrarse en estos territorios supone toparse con el napalm; la bomba de azufre blanco; la atmósfera de silencio; el campamento Eco instalado con sus generadores MASH mientras a la salida del sol la montaña regurgita humo negro como si fuera un volcán; con el ejército del norte; los morteros del Vietcong; el Purple Bar, una choza enorme, un antro donde merodean prostitutas de cara sombría, niñas abandonadas cuyas familias han fallecido y en donde nunca entra ninguna chica del lugar. Vietnam es asediada por los F-16 y los cazabombarderos F-5E, dejando tras de sí vidas que desaparecen ignotamente, bajo alfombras de fuego y humo, mientras sopla un viento pestilente de ilusión. Entretanto los helicópteros americanos ametrallan cualquier cosa que se mueve por los ríos y las patrullas de tierra queman aldeas sin sentido masacrando despiadadamente a sus nativos. La escena del hombre torturado en una de las aldeas es repugnantemente atroz. Es realmente escabrosa y sanguinaria. Denis Johnson intenta mostrarnos una mota de la suciedad humana que se respiró en tan descabellada guerra.
El misterioso tema de las grutas subterráneas escavadas por los nativos suscita una disposición a la lectura digna de un bestseller. Los vietnamitas cavaron los túneles con simples palas de mano, a veces, a una tasa de sólo uno o dos metros por día. La tierra se la llevaban en cestas y, para evitar ser descubiertos, la arrojaban en lugares muy distantes. Las entradas, rectángulos de cuarenta por treinta centímetros aproximadamente, se camuflaban con vegetación. Tan desapercibidos pasaban estos pasadizos subterráneos que los norteamericanos montaron una base sobre ellos, sin darse cuenta de que sus enemigos vivían debajo. Los vietnamitas salían por la noche y les robaban comida.
Como se puede comprobar en la novela, a finales de 1968 los norteamericanos descubrieron, al fin, una entrada. Aún así era muy difícil acabar con aquella fortaleza subterránea. Se intentó destruir los túneles con explosivos o quemando gas de acetileno. Pero la dureza de la tierra y la capacidad de los vietnamitas para reparar durante la noche lo destruido impedía que estos ataques norteamericanos tuvieran éxito. También se enviaron perros para localizar a los guerrilleros, pero las trampas colocadas en los túneles los mataban o mutilaban.
Otro de los elementos que refuerzan Árbol de humo son los personajes casuales que van apareciendo en la trama, como el Teniente Virgen , el Sargento Storm o Cadwallader. Con ellos se va completando el mosaico calidoscópico de esa realidad llamada Guerra de Vietnam, que junto a las descripciones que plasma el escritor sobre ciudades como Hanoi, Na Trahng o Saigón, más el incesante calor pegajoso del clima que transmite, y un sinfín de detalles acertados, ayudan a penetrar literariamente en uno de los países del Lejano Oriente más fascinantes y exóticos de los que forman toda indochina.
La lectura es muy ágil. Suceden cosas constantemente. Las ideas clave que quiere transmitir el autor se asimilan sin esfuerzo en la misma acción, en los ágiles diálogos, en los pequeños sucedidos excitando tus sentidos mediante una sutil desazón placentera.
Cubriendo un período que va de 1963 a 1970, a lo que se suma un epílogo situado en 1983, esta novela parece estar embebida de una saludable ambición: la de ser un texto en el que la totalidad fragmentada forme una visión de conjunto y que eso habilite una certeza y una verdad: saber qué ocurrió en el día a día de la guerra.
Denis Johnson nació en Múnich en 1949, hijo de un diplomático estadounidense relacionado con la CIA, su infancia transcurrió por destinos como Tokyo, Manila y Washington DC. Alumno de escritura creativa de Raymond Carver en la Universidad de Iowa, Johnson publicó su primera novela, 'Ángeles derrotados', en 1983, pero tuvo su primer gran éxito con el 'Hijo de Jesús' (1992), 11 cuentos en torno a adictos de las drogas en áreas rurales de EEUU. Denis Johnson falleció a los 67 años el 25 de mayo de 2017, en su casa de Gualala, California.

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