lunes, 29 de enero de 2018

El Golem de Gustav Meyrink


El que se acerque a El Golem con la idea de leer una historia sobre ese mítico personaje de barro se defraudará al encontrarse un libro muy distinto. El Golem es una obra muy fragmentaria, con una complicada trama en la que los elementos oníricos e irracionales son fundamentales, un conjunto de episodios enlazados por un personaje central, el maestro Pernath, de carácter muy heterogéneos y que en muchas ocasiones son difíciles de comprender, debido en gran parte a que el narrador, en primera persona, recurre a veces a la absoluta libertad en el flujo de sus pensamientos, la misma técnica que utiliza el Ulises de Joice, aunque con distinto resultado.

 En el libro partimos de la premisa de un cambio de sombrero dentro del sueño de un protagonista anónimo. Este error le convierte en Athanasius Pernath, tallador de piedras preciosas, y le lleva al mismo gueto judío de Praga en el que vive, pero 33 años antes, entrando en una nueva dimensión temporal y también psicológica.

 Athanasius Pernath cuando llegó a su vivienda se sacó un libro del bolsillo y se paró en un capitulo llamado Ibbur “la fecundación de almas” aquí hace toda una descripción de seres que parecen salidos de otro mundo, es como si el libro se hubiera convertido en una pantalla de cine por donde desfilan personajes extraños. El maestro Pernath, no sabe nada sobre su pasado porque tuvo algún acontecimiento traumático que le llevó a someterse a hipnosis para olvidarlo, tomando conciencia de sí mismo y de ese pasado perdido, a través de distintos acontecimientos y por la mediación de varios personajes que se introducen en la trama sin ningún tipo de presentación, como si el lector los conociera desde siempre.

Asistimos a una progresiva toma de conciencia de sí mismo, como si el protagonista no supiese quién es en realidad y hubiera de descubrirse poco a poco, mediante los signos que observa a su alrededor, en su miserable vivienda del gueto judío de Praga, a través de lo que los demás van revelándole.

 Existe un personaje, el archivero Hillel, que se convierte en el maestro espiritual de Pernath, con una hija, Miriam, de la que el protagonista se enamora. Hillel, el archivero con habilidades místicas; su hija Miriam, la hermosa joven que sufre por haber tenido la oportunidad de experimentar un milagro que la atormenta; o Charousek, el joven dominado por el odio hacia su padrastro Wassertrum, un cambalachero avaro y ruin, todos ellos marcarán el avance de Pernath hacia la confrontación definitiva consigo mismo… o con otro ser distinto. La obra está influenciada por la teoría platónica del conocimiento, y más concretamente por la teoría de la reminiscencia que Sócrates expone en el Menón:  «conocimiento y recuerdo son la misma cosa».

 Pernath ha perdido la memoria porque ha sido sometido a una sesión de hipnosis: sus recuerdos se ven mermados, lo que hace que el personaje no tenga conciencia de su propia identidad. El proceso que deberá seguir para adquirir conocimientos será el de recuperar la memoria, algo que no ocurre hasta el final, momento en que se reencuentra con el archivero Hillel y con su hija Miriam. El cuarto de al lado a donde él vive lo alquila el Dr. Savioli, un médico que pretende que aquel sea el lugar de encuentro con su amante, la Condesa Angelina, que resulta ser un amor de juventud de Athanasius, aunque le cuesta recordarlo.

 Aaron Wassertrum trama algo contra la pareja de adúlteros, un ajuste de cuentas personal. A su vez Charousek sospecha que Wassertrum es su padre, el que hizo infeliz a su madre, y le profesa un odio atroz cuyo objeto es la muerte. Sólo con sus amigos Prokop, Zwakh y Vrieslander tiene nuestro protagonista momentos de expansión, que van a durar poco pues se ve envuelto en una confusión que le lleva a presidio.

 Cada personaje lleva consigo como una marca aciaga que lo despojara de voluntad: el cambalachero Aaron Wassertrum, un viejo cuyo odio se transmite a través de su mirada, sentado delante de un negocio, cuyo pasado se haya estigmatizado por la venta de la que fue su mujer y el abandono de sus hijos; el archivero Schemajah Hillel, estudioso del Talmud, de alma generosa y profundo conocedor de los placeres y los dolores espirituales en los que encuentra el camino que, voluntariamente, cada hombre elige para sí en su andadura por la vida; Miriam, su joven hija, buscadora incansable de milagros que le hagan comprender el sueño bienaventurado que le ha sido revelado por su padre; el marionetista Zwakh, consumado relator de los misterios del Golem; el asesino Laponder, honrado descifrador del significado de los sueños; y el estudiante Charousek, tísico y condenado a soportar su asqueroso linaje, puesto que cree ser hijo del cambalachero Aaron Wassertrum, a quien desea, a la vez, matar y defender de la segura muerte que le espera.

 Todos estos personajes se cruzan una y otra vez en el camino del maestro Pernath y cada uno le aporta un significado simbólico a su vida. Una vez que ha adquirido el conocimiento parece ser que Pernath y Miriam se convierten en seres inmortales que habitan en una especie de mundo perfecto cuya naturaleza no se explica pero que bien podría verse como una especie de mundo de las ideas platónico.

 El espacio físico en el que se desarrollan los acontecimientos, el ghetto judío de Praga, se convierte en un mundo revestido de un carácter mágico y espectral, con el oscuro presentimiento de la existencia de lo oculto a los ojos. Los habitantes de este espacio no se describen —ni se comportan— como seres humanos sino más bien como sombras o entes, más parecidos al Golem que a cualquier otro ser.

 El Golem, como tal personaje, tiene una participación muy limitada en la obra. Su existencia se expone en un momento determinado, en el que Zwakh explica cómo el Golem fue construido por un rabino siguiendo los métodos de la Cábala, que no pudo crear a un hombre auténtico sino a un ser «rudo y semiiconsciente», que vivía gracias a una hoja mágica que tenía entre los dientes y que un día se descontroló y destruyó todo a su paso hasta que el rabino consiguió destruir la hoja.

 El golem es uno de los grandes mitos de la cábala judía. Se trata de una especie de hombre artificial hecho de barro y se cree que su creador fue el cabalista, astrónomo y mago Rabbí Löw (1552 a 1612). Inspirándose en una leyenda judía relacionada con la Cábala, según la cual resultaba posible insuflar vida a una figura de barro mediante una clave o ciertas palabras mágicas. La leyenda cuenta el nacimiento de un ser de barro en 1580 a manos del rabino Löw para que le ayudase a combatir a los enemigos de los judíos, que pretendían crear la discordia en el gueto. Cuando desaparecieron las causas que le habían llevado a la creación de este ser artificial decidió destruirlo.

 En la memoria de la gente quedó el recuerdo de que un día, en un acceso de furia porque el rabino olvido asignarle sus tareas, el Golem deambuló furioso por el gueto con la intención de destruir lo que encontrara a su paso. Con Meyrink la leyenda evoluciona, se habla de un golem que sigue vivo, que habita en una celda del gueto, sin puerta y con la ventana enrejada, y que cada 33 años sale de allí y deambula por las calles provocando la histeria y el terror entre quienes lo encuentran.

 En cada ocasión, un hombre totalmente desconocido, imberbe, de rostro amarillento y de tipo mongol, se dirige a través del Gueto hacia la calle Altschul con paso uniforme, curiosamente inestable, como si de un momento a otro fuera a caer hacia adelante… y luego, de pronto, desaparece. El golem cobró vida cuando el mago le grabó en la frente la palabra “Emeth” (verdad). La criatura ejecutaba todo tipo de trabajos para el rabino, convirtiéndose en protector del gueto judío, aunque con facilidad escapaba al control de su dueño. El golem, sin embargo, se “desconectaba” siempre que le era suprimida la primera letra de la palabra que llevaba en la frente, convirtiéndose en “meth” (muerte). Pero no moría, permanecía oculto en el Barrio Judío, a la espera que en el futuro se le necesitara.

 La novela se divide a partes iguales entre lo que podríamos llamar las divagaciones metafísicas de un cabalista y el relato puramente detectivesco. Después de una serie de acontecimientos sobrenaturales, hilvanados de forma caótica y casi incoherente, Pernath es acusado de un crimen que no ha cometido y encarcelado. En la recta final de la novela, durante la estancia de Pernath en prisión, conoce un personaje realmente enigmático, Laponder. Laponder ha violado y asesinado a una chica y por eso está ahí y por eso despierta la repugnancia en Pernath. Pero Atanasius descubrirá una noche que hay atenuantes paranormales en el acto brutal de su compañero de celda: Laponder es un sonámbulo.

La vida de Athanasius Pernath pasa casi por ser un sueño absurdo de una mente enloquecida. Es aventurado dar una explicación cabal sobre esta novela de múltiples significados, aunque esa historia de fondo que es la enigmática leyenda del Golem, un ser inerte y sin voluntad, parece decirnos que los hombres somos como esas hojas que nacen vigorosas y verdes en los árboles pero que finalmente caen secas al suelo y son arrastradas por el capricho del viento hacia ninguna parte, como si fuéramos un alma condenada a desconocer su ya marcado y secreto destino.

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