viernes, 16 de marzo de 2018

Tiempos difíciles de Charles Dickens



Tiempos difíciles (1854) es una novela que trata de la condición humana, de la difícil situación de las clases populares durante la primera Industrialización, del egoísmo insolidario de los poderosos, de cómo hay que educar a los jóvenes y de la alegría y generosidad de la gente del circo, entre otros muchos trascendentales asuntos. Todo ello contado con la suprema ironía y el descomunal encanto habituales en el mundo creado por Dickens.
Puede que Tiempos difíciles sea la novela más comprometida de Charles Dickens; describe el entorno fabril y obrero, elementos que el autor inglés utilizó para mostrar sin piedad las desigualdades sociales que provocó la revolución industrial (y que, por desgracia, hoy hace lo mismo el neoliberalismo).
Quizá el rasgo menos interesante del libro sea lo marcado del carácter de sus personajes. Es cierto que Dickens suele construir protagonistas que rozan el arquetipo, pero en esta ocasión esa característica bordea en ocasiones el sentimentalismo más ramplón, al retratar, por ejemplo, a patronos sin escrúpulos o a abnegadas empleadas. La mirada del inglés no es imparcial, desde luego, y es lógico que en una historia tejida con estos mimbres se decante por mostrar cierta piedad hacia los caracteres más desfavorecidos.
Lo que causa admiración en este libro es, por encima de todo, el brutal retrato que hace el maestro inglés de la clase dirigente en un momento de la Historia en el que el poder del dinero se impuso definitivamente al sentido común y del trabajo.
La figura de Josiah Bounderby es una de las creaciones más geniales salidas de la pluma de un autor que ha dejado protagonistas inmortales en la historia de la Literatura. La descripción feroz de los empresarios que durante los albores de la industrialización se enriquecieron con el sudor y la sangre de otros hombres es descarnada y, por desgracia, bastante real. Esos prohombres sin escrúpulos son mostrados sin doblez alguno, con sus rasgos más elementales expuestos a los ojos de unos lectores, los de entonces, que quizá aún confiaban en su probidad.
La desidia y el egoísmo de las clases superiores se muestran con una crudeza sutil, pero inmisericorde. La clase que debería regir los destinos del pueblo y solventar los problemas parece ser, bajo la pluma del autor, una simple caterva de individuos preocupados sólo por su enriquecimiento.
La novela se desarrolla en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIX, época de la Segunda Revolución Industrial, donde puede verse reflejado la calidad de vida de los obreros, sus problemas, en contraste con la gran vida que tienen los empresarios.

Tomas Gradgind es un hombre al que sólo le interesan la realidad y las cosas serias, nunca utiliza la imaginación, tiene dos hijos Luisa y Tomas, a los que desde pequeños les ha educado con sus ideales sin dejarles usar la imaginación. Gradgind tenía un gran amigo, el señor Bounderby, banquero y empresario muy respetado en la ciudad, decía que su madre le había dejado abandonado con su abuela y que ésta le había pegado hasta que un día se escapó, y con poco dinero consiguió llegar a ser un hombre importante. A lo largo de toda la novela el señor Bounderby cuenta sus historias de cuando era joven y tuvo que salir a delante por sus propios medios, con muchas calamidades.
Otro personaje importante es el de una niña cuyo padre trabaja domando caballos en un circo, Ceci, su educación no fue ni mucho menos como la de los hijos de Gradgind, su padre la abandonó y Gradgind ofreció a la niña formarse con sus hijos a cambio de que dejase el circo para siempre, a lo que esta accedió. En sus primeros meses no lo pasó muy bien y estuvo tentada de abandonarlo todo y volver al circo otra vez, pero nunca lo hizo. Estaba cansada de equivocarse en la escuela y de cometer errores. Aunque al final acabará acostumbrándose a su nuevo hogar.
Las fábricas hicieron de las ciudades sus centros económicos, surgió una nueva clase que era el proletariado urbano: pobre, sin educación, descontenta. Ante el caos por la situación emergente, el intelectual del siglo XIX desarrolla una actitud didáctica, cuestiona los valores impuestos por la sociedad utilitaria, intentando, a su vez, ordenar el desarrollo explosivo. Estamos en la época de Stuart Mill y el capitalismo desenfrenado, el utilitarismo era la corriente de moda, y en el aspecto científico continuaba la influencia de Newton.
Tiempos difíciles es un intento de replantear la educación victoriana: rígida, confiada únicamente en la ciencia, en lo empírico y en lo demostrable. Los números y el conocimiento científico eran prioritarios en la formación de un niño, todo aquello que significara cultivar el espíritu resultaba peligroso y había que eliminarlo de los programas. La fantasía no formaba, deformaba.
La acción no transcurre ni en Londres ni en sus alrededores, algo inusual en Dickens. Transcurre en Coketown, una ciudad ficticia del norte de la Inglaterra victoriana. Se considera que su descripción está basada, al menos parcialmente, en la ciudad de Preston.
Se nos da una perspectiva del momento desde dos puntos de vista muy diferentes: el de la clase proletaria, que cree que el trabajo es su único modelo de vida, («además de resultarles necesario para subsistir»), y el de la clase alta, que controla las fábricas y mantiene en condiciones pésimas a sus obreros. También se nos muestra otro tipo de vida: el de la gente del circo, que se apartan completamente de la que llevan los dos grupos anteriormente nombrados.
Se podría decir que el tema central de esta magnífica novela es la crítica al pensamiento positivista, representado aquí por una educación estricta y extremadamente rigurosa basada en los hechos reales, en el cálculo, en la pureza de las ciencias exactas, donde no caben los sentimientos, las emociones, la fantasía, ni la imaginación.
Pero por otro lado, no es menos importante el tema de la lucha de clases, patronos y obreros se enfrentan diariamente en su afán por el poder los unos, y por la simple supervivencia los otros. Los movimientos obreros característicos de la época y el consecuente y recién inaugurado sindicalismo también están presentes a lo largo de las páginas de la novela.
Los personajes son los siguientes:
Thomas Gradgrind, padre de familia, educador estricto en defensa de los hechos científicos cuantificables y represor absoluto de todo tipo de expresión emocional o lúdica. Es amigo del señor Bounderby, trabaja en la burocracia de la ciudad de Coketown. Gradgrind es aquél que implanta aquella educación realista y, así mismo, reniega de cualquier cosa que no sea enumerable, cuantificable, medible, etc. Pues no cae dentro de lo real, necesario o práctico. Sin embargo, el sufrimiento de su hija por estar casada con Bounderby, junto a las actividades ilícitas de su hijo Tom, le lleva a reformular su posición respecto a la formación y el qué hacer humano.
El señor Bounderby, amigo y después yerno de Gradgrind, es un rico banquero, orgulloso, egocéntrico y vanidoso que se crea una imagen de falsa humildad. El señor Josías Bounderby, hombre de negocios, es dueño del banco de la ciudad y, al menos, una de las fábricas de tela. Es un hombre arrogante. Continuamente en sus conversaciones recuerda a sus interlocutores que viene no de una familia humilde, sino de los peores lugares en lo que un hombre podría nacer. Desde allí, asegura cómo subió con trabajo arduo y autónomo para llegar a estatus social que ostenta, pues fue maltratado y abandonado por sus mismos familiares
Louise, hija de Gradgrind, víctima de las enseñanzas de su padre, ejemplo de obediencia ciega y de frialdad emocional (excepto con relación a su hermano). Es una chica amable y siempre atenta y creativa. Sin embargo, estas cualidades se ven reducidas por su obediencia en seguir la instrucción educativa de su padre que consta de memorizar, repetir, analizar, etc. Acepta casarse con Bounderby pero, después de enamorarse de Santiago Harthouse, deserta de su hogar volviendo con su padre y se comienza en ella a revelar aquella naturaleza curiosa que había reprimido.
Cecilia Jupe es una niña humilde y buena abandonada por su padre, un payaso de circo. Es el contrapunto a tanta frialdad, es el paradigma de la generosidad y la ternura. Hija de un payaso y perteneciente a un circo ambulante, es abandonada por su padre en la ciudad de Coketown junto al circo. Se sospecha que dicho abandono obedece al hecho de que deseaba que si hija tuviera una educación “decente” dentro de la escuela de la ciudad. Cecilia es adoptada por Gradgrind pero nunca logra un nivel académico decente. Es la mejor amiga de Luisa antes de que esta se casara. Siempre será aquel personaje que impregna de carácter humano a la familia Gradgrind.
Tom Gradgrind, el hijo arrogante y egoísta que no tiene escrúpulos con tal de conseguir su bienestar. Tom Gradgrind es uno de los varios hijos del señor Gradgrind, pero es junto a Luisa Gradgrind los únicos que tienen protagonismo real dentro de la novela. Desde pequeño tiene un tipo de rebeldía y egoísmo tal que, incluso su hermana se vuelve un instrumento más cuando ésta se casa con Bounderby. La utiliza para satisfacer sus necesidades económicas que destina al juego y a regodearse con las altas influencias sociales de Coketown.
Estaba Blackpool, el paradigma del obrero bueno, humilde y coherente con sus principios. Es uno de los trabajadores de la fábrica de telas de Bounderby. Desea separarse de su esposa para casarse con otra mujer, Raquel. Cuando decide abandonar el sindicato de trabajadores a causa de una promesa hecha a Raquel, se ve exiliado de Coketown. Es incriminado de un robo que realmente realizó Tom Gradgrind hijo al banco de Bounderby.
Rachel, obrera sumisa y ejemplo de compasión y sacrificio por los demás. Es la mejor amiga de Blackpool. Ella sospecha de los sentimientos de Esteban y no lo ve como nada más allá de un amigo. Siempre humilde y sincera, es una representación clara de la pasividad del obrero que se esfuerza día a día para ganarse el pan, como de la pureza en cuanto a amistad se refiere que un ser humano podría ofrecer.
La señora Sparsit, una mujer de orígenes aristocráticos venida a menos, que conserva una altivez enmascarada en una falsa humildad. La señora Sparsit al parecer tiene un linaje bastante lejano que se determina como “powler”. Este linaje de sangre hace que sea la protegida del señor Bounderby; a lo largo de la novela se sugiere que ella está enamorada de él.
El señor Sleary, dueño del circo ambulante, sencillo e inteligente, con una visión muy acertada de los acontecimientos. Es la cabeza principal del circo ambulante. Es quien tiene gran influencia dentro de esta familia de artistas. Se encarga de esconder a Tom Gradgrind hijo cuando este escapa al ser descubierto por el robo al banco.
Bitzer es un subordinado de Bounderby. Es la representación humana de los ideales de la educación realista que se presenta en el libro. Frío, calculador, sin una pizca de sentimientos humanos que afloren, sólo se limita a obedecer, llevando a cabo sus acciones a partir del uso exclusivo de la razón. Es aquel que encuentra a Tom Gradgrind hijo escondido en el circo e intenta llevarse a Coketown a rendir cuentas por sus actos delictivos.
La madre de Bounderby, es una mujer que cumple con su promesa de nunca entrar en contacto con su hijo, va todos los años a merodear y preguntar por las condiciones que vida que Bounderby da a sus empleados, como por el mismo Bounderby.
Santiago Harthouse: un hombre de alto rango dentro de la jerarquía social. Tiene una personalidad particular, pues ha viajado a diferentes partes del mundo y de todo se aburre. Es recomendado al señor Bounderby pero se enamora perdidamente de su esposa Luisa y Luisa de él.
Argumento
El señor Bounderby, dueño de un gran patrimonio que se traduce en ser dueño del banco y de una fábrica, se casa con la hija de su amigo el señor Gradgrind. Luisa es, al parecer, la representación misma de los logros de la “educación realista”. Obediente, sincera, recatada, etc. Sin embargo, en primer lugar, ella es aprovechada por su hermano Tom para este darse una gran vida. Al verse Tom en un momento limitado económicamente, engaña al obrero Esteban Blackpool y logra que todo el mundo lo vea como un ladrón, acto que él mismo Tom llevó a cabo.
Ahora bien, el clímax de la historia llega cuando la normalmente obediente y correcta Luisa se enamora de Santiago Harthouse y, ante tal confusión entre deber y sentimientos, decide escapar parcial o totalmente del lado de Bounderby volviendo a casa de su padre. Tom es descubierto de su engaño a costa de un gran precio humano y escapando de su seguro destino, decide escapar con ayuda de Cecilia y padre.
Se pueden observar dos matrimonios que no triunfan, el de Esteban y su mujer y el del señor Bounderby y Luisa. En aquellos tiempos, el divorcio no estaba al alcance de muchos y si un matrimonio no funcionaba bien, no había solución posible. En este sentido también en el matrimonio se muestran las desigualdades sociales existentes en la época, pues mientras el señor Bounderby, perteneciente a la burguesía, sí podía separarse, Esteban, perteneciente al proletariado, no podía hacerlo debido al costo de esto ya que carecía de medios. Es digno de resaltar el personaje del señor Gradgind, porque a diferencia de otros es un personaje que cambia evolucionando positivamente, pasando de ser una persona intransigente, obtusa, de ideas cerradas a ser un padre que termina entendiendo a sus hijos, procure ayudarlos, admite sus errores y ruega clemencia por ellos.
El desenlace de la novela trata del regreso de Estaban para esclarecer el asunto del robo del banco, es entonces cuando queda demostrada su inocencia y la culpabilidad de Tomas, al cual querían llevarle a la policía, pese a que él responsabiliza a su hermana de tenerse que ir, ella y su padre no lo permiten y le permiten marchar a América para que pudiera empezar otra vida y dejar las cosas más sosegadas en la ciudad.

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