Nació en Eastwood el 11 de septiembre de 1885. Cuarto hijo
de Arthur John Lawrence, un minero, y Lydia Beardsall, una maestra. David
Herbert asistió a la escuela primaria en Eastwood y completó la escuela
secundaria en Nottingham. Arthur John Lawrence fue un minero que casi no sabía
leer. A los dieciséis años, el futuro escritor comenzó a trabajar en
Nottingham.
Dejó los estudios en 1901 y consiguió un empleo de tres
meses como dependiente en una fábrica de aparatos quirúrgicos en Haywood, antes
de que un brote de neumonía pusiera fin a este trabajo. Mientras permanecía
convaleciente, solía desplazarse a la granja Haggs, el hogar de la familia
Chambers, donde entabló amistad con Jessie Chambers. Un aspecto importante de
esta relación con Jessie y otros adolescentes fue la pasión que todos ellos
sentían por la literatura.
Jessie Chambers quien se conviertió en su mejor amiga y que
con el tiempo sería la inspiración para el personaje de Miriam en la novela
"Hijos y amantes". De 1902 a 1906, Lawrence se desempeñó como maestro
en la British School de Eastwood. También dedicó la casi totalidad de su tiempo
a los estudios y recibió un diploma de docencia por la Universidad de
Nottingham en 1908.
En el otoño de 1908, Lawrence dejó el hogar de su juventud
para trasladarse a Londres y se convirtió en maestro en Croydon, cerca de
Londres. La muerte de su madre, en 1910, Lydia, marcó profundamente la vida de
Lawrence. Es evidente que Lawrence mantenía una relación muy cercana con su
madre, por lo que la pena que sintió tras su fallecimiento supuso un giro en su
vida. A finales de ese mismo año volvió a enfermar de neumonía, por lo que
decidió dimitir de su cargo de profesor. Una profesora colega suya, Helen
Corke, le ofreció libre acceso a sus diarios íntimos sobre una triste aventura
amorosa, que sirvió de fundamento para El intruso.
En marzo de 1912, el autor conoció a Frieda Weekley, cuyo
apellido de soltera era von Richthofen, y con quien compartiría el resto de su
vida. Frieda era seis años mayor que él, estaba casada y tenía tres hijos
pequeños.12 Entonces era la esposa de un antiguo profesor de lenguas modernas
de Lawrence en la Universidad de Nottingham, Ernest Weekley.
De este modo, ambos comenzaron una aventura y huyeron a la
casa de los padres de Frieda en Metz, que en ese entonces era una fortificación
alemana próxima a la frontera disputada con Francia. Su estancia en Metz supuso
el primer encuentro de Lawrence con el militarismo, cuando fue arrestado y
acusado de ser un espía británico, antes de ser liberado gracias a la
intervención de su futuro suegro. Tras esta experiencia, Lawrence se desplazó a
una pequeña aldea al sur de Múnich, acompañado de Weekley en la que fue su
«luna de miel.
Finalmente, Weekley obtuvo su divorcio. La pareja optó por
regresar a Inglaterra con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, y contrajo
matrimonio el 13 de julio de 1914. La nacionalidad alemana de Weekley, así como
el rechazo abierto de Lawrence por el militarismo, levantaron sospechas hacia
ellos en una Inglaterra sumida en la guerra, por lo que casi tuvieron que vivir
en la indigencia.
El arco iris (1915) fue censurado, tras una investigación,
por su supuesta obscenidad. Más tarde, la pareja fue incluso acusada de
espionaje y apoyo a los submarinos alemanes en las proximidades de la costa de
Cornualles, donde vivían en Zennor.
En realidad, la pareja fue expulsada Cornualles en octubre de 1917 debido
al pacifismo de él y la nacionalidad alemana de ella. Huyó de Inglaterra en
cuanto tuvo oportunidad y regresó solamente en dos ocasiones, por un breve
período, por lo que pasó el resto de su vida viajando en compañía de su esposa.
Esta peregrinación lo llevó a recorrer Australia, Italia, Sri Lanka —entonces
conocida como Ceilán—, Estados Unidos, México y el sur de Francia.
Lawrence es reconocido como uno de los escritores de viaje
más prolíficos en lengua inglesa. El mar y Cerdeña, un libro que describe un
breve viaje desde Taormina en enero de 1921, es una recreación de la vida de
los habitantes de esta parte del Mediterráneo.
Frente a las grandes desventajas, a la pobreza en que se
mantuvo durante las tres cuartas partes de su vida y la hostilidad que
sobrevive a su muerte, él no hizo nada que realmente no quisiera hacer, y todo
lo que más quiso hacer lo hizo. Viajó por todo el mundo, fue dueño de un
rancho, vivió en los rincones más hermosos de Europa, y conoció a quien quería
conocer y les dijo que estaban equivocados y que él estaba en lo correcto.
Pintó e hizo cosas, y cantó, y cabalgó. Consiguió ser libre de los grilletes de
la civilización y del no de las camarillas literarias.
Hubo de pasar la mayor parte de su vida en un exilio
voluntario, que él mismo llamó «peregrinación salvaje». En el momento de su
muerte su imagen ante la opinión pública era la de un pornógrafo que había
desperdiciado su considerable talento. La libertad tiene su precio.
Su obra refleja su oposición a una época marcada por las
consecuencias de la industrialización, y luego por la primera guerra mundial.
Lawrence se opone mediante una exaltación del instinto sobre la razón, de la
pasión sobre el intelecto, y de la espontaneidad frente al convencionalismo.
Este pensamiento lo lleva a un retorno a lo primordial e
instintivo, cuyo centro se halla en la vida sexual, concebida como única forma
de conocimiento inmediato. Lawrence odiaba lo que la revolución industrial
representaba y amaba la vida al aire libre, la plenitud de la naturaleza contra
el imperio de las máquinas, el fuego de la vida en el individuo contra la
masificación. No quería ser “uno de esos seres espectrales y sin vida a los que
en nuestra lengua muerta llamamos gente”.
La descripción de la sexualidad de sus personajes es muy
detallada y directa. Es uno de los aspectos más polémicos de su obra, y le
ocasionó varios conflictos con la censura. Así, sus novelas El arco iris y El
amante de Lady Chatterley, fueron prohibidas bajo la acusación de obscenas. El
arco iris es la primera parte de una historia que culmina con la publicación de
Mujeres enamoradas en 1920.
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