sábado, 24 de febrero de 2018

El duelo de Joseph Conrad

El contexto en el que se inicia la historia es el de las campañas napoleónicas donde el ejército francés poco a poco, se está adueñando de una Europa en la que nadie puede resistirse al genio militar de Napoleón. En este ejército se encuentran nuestros dos protagonistas D´Hubert y Feraud, ambos tenientes del ejército francés pero que son muy distintos entre sí. El primero del norte de Francia, hombre mesurado, moderado y muy racional; el segundo es sureño y por tanto pasional e impulsivo. Por si fuera poco en lo físico también son muy distintos pues uno es alto y rubio y el otro bajo y moreno. Además políticamente tampoco coinciden pues mientras que Feraud es un ferviente partidario de Napoleón, D´Hubert se decanta por servir a quien toque sin ningún tipo de apasionamiento.
El problema entre ambos surge cunado D´Hubert tiene que ir a arrestar a Feraud porque en los días previos cometió una falta disciplinaria. En este momento el impulsivo y arrogante Feraud toma este hecho como una afrenta y decide retarlo a un duelo sin tener en cuenta que D´Hubert solo cumplía órdenes de sus superiores. El caso es que tras varios duelos, por una razón u otra siempre salvan la vida por lo que en cuanto se vuelven a ver deciden batirse; bueno realmente es Feraud el que tiene entre cejo y cejo acabar con la vida de su contrincante y el que jamás olvida esa afrenta que realmente nunca sucedió.
Un detalle que no se nos debe escapar es que Conrad nos presenta con meridiana claridad la importancia que por aquellos años tenía el concepto de honor, un concepto tan importante para las personas que pertenecían al ejército que eran capaces de vivir solo por el hecho de restaurar ese honor perdido aunque para ello tuvieran que esperar décadas.
Dentro del ejército las figuras de estos dos personajes, que por cierto van ascendiendo hasta llegar a convertirse en generales, se convierten en leyenda y como tales van a tener a sus fieles defensores que provocarán que la rivalidad entre los dos viejos enemigos no solo nunca desaparezca sino que incluso se avive.
Conrad mantiene al lector atento a los acontecimientos; los mantiene alerta, y en algunos momentos casi desesperados por conocer quien resulta vencedor de dicho duelo final.
Fuente: mislecturasclasica.blogspot

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