sábado, 3 de diciembre de 2016

2666 de Roberto Bolaños: critica


Los centenares de personajes de esta novela se dirigen al infierno, un infierno que aquí cobra la forma de Santa Teresa, una ciudad mexicana en la frontera con Estados Unidos donde casi no hay cesantía pero abundan, en cambio, los cadáveres: cadáveres de mujeres jóvenes, violadas y luego abandonadas en el basurero "El Chile" o en alguno de los numerosos rincones baldíos de la ciudad.
El escritor chileno parece haber decidido apelar a cierta estructura de la novela china, es decir el desarrollo una sucesión de relatos (en la línea de La montaña del alma, de Gao Xingjian) y, desplegando una imaginación ilimitada, introduce una profusión de historias breves y de subtramas, cargadas de sorpresas y de complejos enigmas.

Es verdaderamente impresionante la capacidad de Bolaño para sostener el relato, para acumular detalles microscópicos cuya enumeración, sin embargo, nunca detiene el trepidante progreso de la narración. Las cinco partes o las cinco novelas de que consta "2666" son, en rigor, obras simultáneas, piezas movidas con voluntariosa maestría por un narrador omnisciente, orgullosamente omnisciente. La lectura de 2666 es una experiencia total, una fiesta continua que nos depara sorpresas casi a cada paso. No importa que esta obra tenga 1.119 páginas. No pesan.

Archimboldi es un novelista respetado y admirado, la historia de su vida es una melancólica y sangrienta versión de la historia del siglo veinte europeo. Aunque la ilusión de las cuatro paredes lo resguarda de la desesperación, Archimboldi nunca deja de ser un ex soldado que repasa sus heridas de guerra, el hijo de un cojo y de una tuerta que recuerda culposamente a Boris Abramovich Ansky (un escritor que, en la trinchera enemiga, no tuvo la suerte que sí tuvo Archimboldi: sobrevivir) y que viaja a México (el país de los aztecas, que según Ingeborg Bauer, su mórbida esposa, son gentes muy extrañas) no para reunir materiales para una próxima novela transcontinental, sino más bien para conocer a su sobrino, que es el principal sospechoso de los asesinatos de Santa Teresa.
Archimboldi, con sus 80 años de edad a cuestas, acepta viajar a México, a Santa Teresa, para ayudar a su sobrino y, en consecuencia, a su hermana. El libro termina con la mención a que efectivamente Archimboldi se marcha a México.

Roberto Bolaño ha escrito una obra maestra, una novela absoluta, un libro total, que hurga en los límites mismos de la literatura y demuestra que escribir es una incalculable y definitiva forma de acción. Por desgracia para el lector, cuando todas las piezas del rompecabezas van encajando y se aproxima el final, que se intuye trazado con maestría, la novela queda inconclusa, pues la muerte sorprendió a Bolaño, llevándose a uno de los escritores más enigmáticos del siglo XXI.

Se supone que Bolaño no alcanzó a terminarla, pero es prácticamente imposible discernir con mediana seguridad qué aspectos de la novela quedaron a medio acabar. Hay, naturalmente, algunas historias que hubiera sido posible continuar (los asesinatos relatados, sin ir más lejos, son ciento y tantos, pero podrían ser doscientos o cuatrocientos), pero la verdad es que, según la lógica interna del relato, no tendrían por qué finalizar.

A cuatro profesores de literatura, Pelletier, Morini, Espinoza y Norton, los une su fascinación por la obra de Beno von Archimboldi, un enigmático escritor alemán cuyo prestigio crece en todo el mundo. La complicidad se vuelve vodevil intelectual y desemboca en un peregrinaje a Santa Teresa (trasunto de Ciudad Juárez), donde hay quien dice que Archimboldi ha sido visto. Ya allí, Pelletier y Espinoza se enteran de que la ciudad es desde años atrás escenario de una larga cadena de crímenes: en los vertederos aparecen cadáveres de mujeres con señales de haber sido violadas y torturadas.

Es un gran libro. Es un libro inmenso. Los personajes menores son incontables; la proliferación de historias, biografías, anécdotas y hechos deja sin aliento. Todo este caudal confluye en Santa Teresa, último círculo del infierno latinoamericano, donde una mano invisible e inexorable mata con la regularidad de una máquina.

Para describir este libro varios críticos han usado la imagen de un agujero negro. El tema, entonces, es la muerte. Mejor dicho: el tema es el vasto tiempo, las incontables historias personales, vistos desde el umbral de la muerte.

Todo en 2666 sugiere una continuidad más allá de lo relatado. Los crímenes de Santa Teresa no son esclarecidos (aunque el lector pueda entrever una solución) y todo deja pensar que continuarán. Las "partes" de los críticos, de Amalfitano, Fate y Archimboldi son sólo cuatro en una serie potencialmente infinita: más y más destinos podrían confluir en Santa Teresa, donde las mujeres seguirían interminablemente muriendo. Bolaño se niega a cerrar sus grandes novelas.

Roberto Bolaño Ávalos nació en Santiago de Chile en 1953. Hijo de un camionero y una maestra. Pese a ser oriundo de Santiago de Chile, Bolaño pasó su infancia en ciudades como Valparaíso, Quilpué, Viña del Mar y Cauquenes. A los 13 años, Bolaño se trasladó con su familia a México. Con quince años ingresa en el colegio, pero lo abandona un año más tarde y decide no volver a ninguna institución educativa.

Pasó su adolescencia concentrado en la lectura, encerrado durante horas en la biblioteca pública de Ciudad de México. Trabajó como articulista en diferentes medios

Volvió a Chile el año 1973 para defender al gobierno de Salvador Allende. Para ello se alistó en la resistencia. Tras el Golpe de Estado, fue detenido cerca de Concepción. Bolaño pasó unos días detenido, siendo liberado gracias a la ayuda de dos detectives, ex-compañeros de él en Cauquenes.

Regresó nuevamente a México, en donde funda, junto con un grupo de poetas mexicanos, un movimiento de vanguardia denominado el infrarrealismo y a partir de 1975 comienza a publicar sus primeros trabajos, como la antología poética que aparece con el título "Poetas infrarrealistas mexicanos". Para luego trasladarse a El Salvador. Aquí conoció al poeta Roque Dalton y a sus asesinos. Luego emigró a Europa, cumpliendo diversos oficios como vendimiador en verano, vigilante nocturno de un camping de recreación (en Castelldelfels, Cataluña) y vendedor en un almacén de barrio.

El año 1977 se instaló en Barcelona, donde se casaría con una española, Carolina López, con la que tuvo un hijo, Lautaro. Desde entonces, residió en la localidad gerundense de Blanes. Tras un par de años en la misma condición de trabajador fugaz, logró sustentarse a base de los premios obtenidos en concursos literarios.

Estaba a la espera de un trasplante de hígado que nunca llegó. Muere a la edad de 50 años, el día lunes, 14 de julio de 2003 en Barcelona, España, tras una larga y dolorosa enfermedad estando en coma durante diez días como consecuencia de una insuficiencia hepática.

Su estilo es inconfundible y sus historias muy bien narradas, los personajes están muy bien perfilados en cada una de sus características. Es fácil y rápido de leer. La narrativa de Roberto Bolaño da la impresión de sentir una especial querencia por los personajes que sitúan su existencia en los límites más extremos. Personajes atormentados, anclados en un nihilismo frío y en la impotencia para traspasar la sima de la incomunicación sentimental.

Literatura en estado puro, ejercicio de virtuosismo narrativo y alegoría del horror contemporáneo, 2666 es una de esas obras torrenciales. Una obra monumental, una catedral inabarcable, llena de luz y de misterio, de presencias y ausencias, de silencios y sombras.

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