La mayor parte de las obras de Fante se centran en las desventuras de personajes perdedores en medio de una sociedad cruel. Sus protagonistas casi siempre tienen mucho que ver con el autor: italoamericanos, católicos, pobres, perdidos en la realidad menos glamourosa de Los Ángeles, suele tratarse de personajes solitarios con problemas para comunicarse con los que les rodean (familia, amigos, pareja), y con sueños que casi nunca llegan a materializarse. Su estilo claro, cortante, con rasgos de humor y de violencia, hace que sus obras sean fáciles de leer y de apreciar.
La etapa central de su carrera como escritor está marcada por lo que se conoce: como la "Saga de Arturo Bandini", serie de cuatro novelas protagonizadas por un álter ego, también italoamericano y además pobre, del propio Fante. La última de ellas, Sueños de Bunker Hill, se la tuvo que dictar a su esposa Joyce, debido a las complicaciones (incluida la ceguera) causada por su avanzada diabetes.
Camino de Los Ángeles, publicada en 1983, llevaba escrita desde 1936. Con lo cuál no sería la última aventura de Bandini, sino la primera de todas. A los dieciocho años, Arturo Bandini vive con su madre y su hermana, dos beatas, en San Pedro, el puerto de Los Ángeles. Trabaja en empleos duros y mal pagados que no puede soportar, y vive obsesionado por el sexo, su único alivio. En la biblioteca municipal se procura libros de Nietzsche o Schopenhauer que apenas comprende mientras sueña con ser un gran escritor.
Él es quien, aparentemente, tiene que trabajar para mantener los gastos más importantes del hogar pero abomina del trabajo al punto de estar dispuesto a abandonarlo en cualquier momento, de acuerdo a sus estados anímicos, y no a su real necesidad de percibir el dinero correspondiente para vivir. Tras un primer intento fallido, una novela torpe, se dispone a escribir su gran obra y parte, camino de Los Ángeles, dispuesto a comerse el mundo.
La posición crítica respecto a las situaciones laborales por las que atraviesa Arturo Bandini, se acercan a la perspectiva marxista muy en boga en aquella época, llamando al empleador explotador, y al obrero explotado. El autor, en ese sentido, toma una posición clara y combativa, la cual irán perdiendo en lo sucesivo sus obras posteriores, en la medida que —como sabemos— todo joven revolucionario termina amoldándose a las circunstancias, ante la imposibilidad de mellar con su frágil existencia las estructuras graníticas del poder.
Es indudable que el contenido ideológico de esta novela fuera problemático en su época, y por eso el editor se negó a editarla. El mundo, y particularmente los Estados Unidos, pasaba o venía saliendo de la llamada gran depresión, y el empresariado actuaba en forma abusiva, mientras comenzaba a enriquecer a manos llenas gracias al costo miserable de mano de obra y a la implantación de un industrialismo brutal.
Uno de los episodios cruciales de la novela, resulta aquel donde el joven Arturo Bandini incita a su compañero de trabajo en la fábrica de conservas a rebelarse contra el poder. Allí describe John Fante magistralmente la situación de esclavitud por la que pasan los emigrantes mexicanos y filipinos que han llegado a los Estados Unidos en busca de la ansiada libertad. Y donde cabe la pregunta que hará Foucault algunos años más tarde respecto al poder: ¿qué hace que un hombre se rebele? Porque, recordemos, para Michel Foucault la cuestión siempre resulta inexplicable. Es decir, la no rebelión ante la ignominia.
En Camino de Los Ángeles podríamos hallar la respuesta: el miedo, el miedo como tenaza de inmovilización. El miedo es la mayor cadena que ata al hombre de todos los tiempos, y eso lo saben muy bien quienes detentan el poder. La cultura del miedo es la mejor forma de dominio. Hoy se ata a los hombres con el miedo a perder el trabajo, con la escasez permanente de trabajo...
Contrariamente a eso, el joven Arturo Bandini parece no temerle a nada, y lo veremos enfrentarse a todos, inclusive a su hermana cuando ésta no encuentra valor a la novela que recientemente ha escrito. Bandini quiere ser escritor, y no está dispuesto a transar con nadie el deseo o ambición de serlo algún día en el futuro. Y a pesar del hambre, de la ignominia por la que pasa su vida juvenil, puede ver la luz de la libertad, la salida del túnel.
Sabe que es libre, y que la vida es un devenir a pesar de todas las calamidades, y que en cualquier momento, hallará su verdadero destino, o que su mayor destino es salir a buscarlo. No hay aquí, en estos personajes, ese nihilismo despiadado que asola la novela actual. No caminan por estas páginas seres exangües, todo lo contrario, están dotados con toda la fuerza y la pasión del hombre real, aquel que ha hecho la historia, la revolución, la vida.
Bandini es un personaje ansioso por salir de la miseria y encontrar cierto reconocimiento, y esto es lo que le hace arremeter contra todo lo que encuentra en su camino y descargar su ira sobre las personas que tiene cerca; porque Bandini mete en el saco de lo que él considera mediocre a su madre, a su hermana, al catolicismo, a sus colegas «macarronis» y a cualquiera que le recuerde sus orígenes.
Ésta fue la primera novela escrita por Fante, enviada en su día a la editorial Knopf, que la rechazó (probablemente porque el argumento, a mediados de los años treinta, se consideró demasiado atrevido); su viuda la descubrió póstumamente entre sus papeles y se editó en 1983.
En la obra se dan todos los elementos y características existentes en sus obras posteriores: ingenio, agilidad, y desprecio por el mundo establecido, pero sin falta de humor y ese candor propio de la juventud, y de la suya en particular, cimentada por su ascendencia de inmigrante italiano. Arturo Bandini que desea ser escritor de éxito y se considera un gran escritor, un genio. En el fondo es un megalómano con sed de poder.
El estilo de Fante es muy similar al de Hemingway pero con más ironía y poesía. Su modo de narrar es una forma de conversar consigo mismo, a veces confundible con los llamados diarios de vida, donde se escribe, se pregunta y se explica todo lo que nos pasa. De ahí el tono familiar de Arturo Bandini, de ahí su cercanía con el lector, porque pareciera estar contando su historia desde el corazón mismo del lector, apelando a su propia experiencia.
John Thomas Fante nació en un ambiente relativamente pobre en Denver, Colorado, en el 8 de abril de 1909. Su padre, Nicola Fante Albomeo, era italiano natural de Torricella Peligna, Abruzzo, y su madre, Maria Capoluongo, italoamericana, oriunda de Chicago.
Su educación se desarrolló en diversas escuelas católicas de Boulder, Colorado, y también, aunque brevemente, en la Universidad de Colorado. En 1929 abandonó los estudios y se mudó a California, para concentrarse en su carrera de escritor. Se instaló en Wilmington, Long Beach, y luego en el distrito de Bunker Hill, en Los Ángeles.
Trabajó como guionista en Hollywood y dedicó su vida a la literatura, aunque sólo alcanzó el pleno reconocimiento de la crítica y del público después de su muerte. Son constantes de sus obras: la pobreza, el catolicismo en relación a la comunidad italoamericana y la incomunicación en la familia o en la pareja.
Sus novelas, que en su época pasaron bastante desapercibidas, fueron recuperadas bastantes años más tarde, cuando Charles Bukowski, al que se considera padre del realismo sucio, invocó el nombre de Fante como una de sus influencias principales. Eso hizo que John Martin reeditara Pregúntale al polvo, probablemente la novela más conocida de Fante, y la convirtiera en un gran éxito de ventas casi cincuenta años después de su publicación.
John tuvo una muerte muy lenta, habiendo llegado a la vejez ciego y sin piernas por causa de diabetes. Murió en 1983 en Woodland Hills, California.
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