El arco iris de gravedad fe fue publicada en 1973. Novela
compleja, larga, inclasificable, obscena, incomprensible, fascinante e
inspiradora a partes iguales. Presenta un amplio elenco de personajes. Su
argumento es absurdo, con mil ramificaciones de temas varios. Se ambienta
principalmente en Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial y se centra en
el diseño, la producción y el lanzamiento del cohete V-2 por el ejército
alemán, y, en particular, la búsqueda de un misterioso aparato llamado el
"Schwarzgerät" ("aparato negro") que se instalará en un
cohete con el número de serie "00000".
La mayor parte de la novela se desarrolla en Londres o en
Europa en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y en las semanas que
siguieron inmediatamente a la capitulación de Alemania el ocho de mayo de 1945.
El punto de partida es engañosamente tonto y hasta vulgar:
el militar estadounidense Tyron Slothrop trabaja para la inteligencia aliada en
Londres y experimenta –como consecuencia de un entrenamiento pavloviano–
súbitas y precisas erecciones cada vez que se avecina el zumbido mortal de las
bombas V-2 nazis desde los cielos de la Segunda Guerra Mundial. Este curioso
“don” convierte a Slothorp en botín codiciado por todos los bandos y transforma
su vida en una demencial saga.
Los misiles alemanes secretos V-2 comienzan a caer sobre
Londres, la inteligencia británica descubre un mapa de la ciudad indicando las
conquistas sexuales del Teniente Tyrone Slothrop, de la Armada de Estados
Unidos, que corresponde exactamente con un mapa mostrando el impacto de las
bombas V-2. Las implicaciones de este descubrimiento lanzarán a Sothrop en una
impresionante aventura a través de la Europa en guerra, en busca del misterioso
Cohete 00000.
Tyrone Slothrop de niño fue sometido a experimentos
pavlovianos por el profesor de Harvard Laszlo Jamf, un loco científico alemán
que ahora trabaja para los nazis. Laszlo inventó el Imipolex G, un nuevo
plástico útil en el aislamiento de los cohetes, y condicionó las partes
pudendas de Tyrone para que respondieran a la presencia de ese nuevo plástico.
Laszlo Jamf, inventor del aislante para bombas, condicionó
los genitales de Tyrone para que se excitaran ante la presencia del Imipolex G.
Así, el protagonista sufrirá, en su etapa adulta, recurrentes erecciones
involuntarias a consecuencia de los agónicos e invariables bombardeos que se
ciernen sobre la Inglaterra de 1944. Su conducta inusual comienza a levantar
numerosas sospechas en el paranoico ejército norteamericano. Nuestro
protagonista no puede evitar sentir la presencia del Imipolex en las bombas, y
sus superiores militares, convencidos de que Tyrone oculta un secreto
determinante, deciden investigarlo insaciablemente.
En una Alemania devastada por la guerra, Tyrone Slothrop se
enfrenta a legiones de extraños enemigos, de los que tendrá que huir haciendo
cabriolas. Se convierte en una especie de ser mitológico (Rocketman) que
aparece y desaparece y va teniendo encuentros de lo más variopintos. Es enviado
a Europa, con propósito apenas conocido, manipulado y guiado por manos
invisibles para adentrarse en el corazón de Alemania y localizar el misterioso
Schwarzgerät ("aparato negro"), y por ende, el cohete con número de
serie 00000.
El reparto de personajes es digno de una película de los
Hermanos Marx: incluye a un pulpo amaestrado y a Francisco Squalidozzi, un
bizarro argentino que teoriza sobre Borges, los descamisados de Perón,
submarinos del Reich en las orillas de Mar del Plata, “el gran poeta Leopoldo
Lugones” y Rosas. Squalidozzi es un lobbysta argentino cuyo amigo de
desventuras es Felipe con quien intenta robar un submarino. Lo remarcable es la
descripción del peronismo de los años ’40, que mezcla con el Perón de la fecha
en que fue escrito el libro (1973).
La novela se divide en cuatro partes asimétricas. La
primera, “Más allá del punto cero” trata sobre un grupo de “paranormales”
reunidos en Londres bajo una sección especial de los Aliados conocida como “La
Visitación Blanca”, en la que se delinean algunos personajes importantes.
Atravesado por una multitud de departamentos con siglas estrafalarias, allí se
presentan Pointsman, el jefe del servicio; Mexico, un matemático estadista;
Katje Borgesius, una agente holandesa y el protagonista principal, el teniente
norteamericano Tyrone Slothrop, cuya principal cualidad es sufrir una erección
cuando un cohete V-2 explota en las inmediaciones. Personajes trashumantes y
funambulescos abundan en este entorno, en el que se discute acerca de los
reflejos condicionados de Pavlov, entre otros.
En su segunda parte, “Un Perm’ au Casino Hermann Goering”,
Slothrop goza de un permiso de licencia del que disfruta en el sur de Francia.
Pero lo destacable es que tiene una misión: hallar una pista que conduzca a un
cohete desarrollado por los alemanes, con el nombre de A-4. Vigilado de cerca
por quienes también van detrás de él, Slothrop debe sortear una serie de
celadas con que intentan atraparlo, para seguir el derrotero de esa maravilla
de la técnica. Ésta lo dirige hacia la zona de ocupación. Aquí también aparecen
Tchitcherine, un traficante ruso, y su opositor y discípulo, Enzian, ambos partícipes
del desarrollo del cohete, como también un técnico alemán Van Göll –apodado
“Der Springer” (el caballo), dada su afición al ajedrez-.
Ya desde el título, “En la Zona”, la tercera parte –la más
voluminosa- nos indica el lugar en que se desencadenan los hechos. Es en esta
región de dominio aliado, casi a las puertas de la rendición alemana, –en la
que se trafican botines de guerra, informaciones y despojos varios- en la que
más se detiene el relato y donde se expresa la mayor crudeza del final de la guerra.
Es también en la que se van relacionando las historias personales de los
personajes principales en pos de la trama, manteniendo el mismo objetivo de
alcanzar el misterioso y venerado cohete.
Finalmente, en “La fuerza contraria”, se halla un grupúsculo
–la Comunidad del Cohete- cuya misión es ensamblar las partes y hacerlo volar.
Aquí todo se resume en un Nosotros contra un Ellos imaginario. Pero la línea
que separa a ambos opuestos no está nada definida, como tampoco lo está el
futuro del elenco protagonista.
Así el autor introduce cientos de personajes sin aparente
orden –de hecho, el protagonista desaparece bastante antes de que termine la
novela–, y ese desorden se hace extensivo al desarrollo de la acción, que
mezcla perspectivas, puntos de vista, tiempos verbales y demás. Todos los
personajes andan en una espiral de locura que ya forma parte de ellos, de la
que no podrán librarse jamás, sólo aceptarla y sumarse a la fiesta de la
paranoia al ritmo de alguna de las centenares de canciones que incluye Pynchon
en sus páginas.
Este libro es el mayor y mejor ensayo sobre la locura jamás
realizado, sobre el efecto de la guerra en las personas, víctimas y verdugos,
inocentes y criminales, magistralmente retratado en la incertidumbre de esa
Londres cuyos habitantes viven su día a día desquiciados, sabiendo que sólo
oirán la bomba cuando ya sea demasiado tarde, cuando ya haya caído, con los
cambios que eso provoca en su psicología, en su sexualidad, en cada aspecto que
los moldea como seres humanos.
Adentrarse en El arco íris de la gravedad es escarbar en lo
peor del ser humano, es entender por qué ocurrió lo que ocurrió durante
aquellos años, cosa que centenares de miles de libros fracasan a la hora de
explicar. Todo el libro resulta una gran parodia, una sátira, una burla
descarnada a la versión oficial y televisiva de lo sucedido en la última gran
Guerra del siglo XX y, por exacción, a todo enfrentamiento armado entre
pueblos.
Su autor, Thomas Pynchon, es todo un misterio: no concede
entrevistas y hace décadas que no se tiene una foto suya, por lo que su aspecto
es desconocido.
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