viernes, 2 de diciembre de 2016

El arco iris de gravedad de Thomas Pynchon


El arco iris de gravedad fe fue publicada en 1973. Novela compleja, larga, inclasificable, obscena, incomprensible, fascinante e inspiradora a partes iguales. Presenta un amplio elenco de personajes. Su argumento es absurdo, con mil ramificaciones de temas varios. Se ambienta principalmente en Europa a finales de la Segunda Guerra Mundial y se centra en el diseño, la producción y el lanzamiento del cohete V-2 por el ejército alemán, y, en particular, la búsqueda de un misterioso aparato llamado el "Schwarzgerät" ("aparato negro") que se instalará en un cohete con el número de serie "00000".

La mayor parte de la novela se desarrolla en Londres o en Europa en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y en las semanas que siguieron inmediatamente a la capitulación de Alemania el ocho de mayo de 1945.

El punto de partida es engañosamente tonto y hasta vulgar: el militar estadounidense Tyron Slothrop trabaja para la inteligencia aliada en Londres y experimenta –como consecuencia de un entrenamiento pavloviano– súbitas y precisas erecciones cada vez que se avecina el zumbido mortal de las bombas V-2 nazis desde los cielos de la Segunda Guerra Mundial. Este curioso “don” convierte a Slothorp en botín codiciado por todos los bandos y transforma su vida en una demencial saga.

Los misiles alemanes secretos V-2 comienzan a caer sobre Londres, la inteligencia británica descubre un mapa de la ciudad indicando las conquistas sexuales del Teniente Tyrone Slothrop, de la Armada de Estados Unidos, que corresponde exactamente con un mapa mostrando el impacto de las bombas V-2. Las implicaciones de este descubrimiento lanzarán a Sothrop en una impresionante aventura a través de la Europa en guerra, en busca del misterioso Cohete 00000.

Tyrone Slothrop de niño fue sometido a experimentos pavlovianos por el profesor de Harvard Laszlo Jamf, un loco científico alemán que ahora trabaja para los nazis. Laszlo inventó el Imipolex G, un nuevo plástico útil en el aislamiento de los cohetes, y condicionó las partes pudendas de Tyrone para que respondieran a la presencia de ese nuevo plástico.

Laszlo Jamf, inventor del aislante para bombas, condicionó los genitales de Tyrone para que se excitaran ante la presencia del Imipolex G. Así, el protagonista sufrirá, en su etapa adulta, recurrentes erecciones involuntarias a consecuencia de los agónicos e invariables bombardeos que se ciernen sobre la Inglaterra de 1944. Su conducta inusual comienza a levantar numerosas sospechas en el paranoico ejército norteamericano. Nuestro protagonista no puede evitar sentir la presencia del Imipolex en las bombas, y sus superiores militares, convencidos de que Tyrone oculta un secreto determinante, deciden investigarlo insaciablemente.

En una Alemania devastada por la guerra, Tyrone Slothrop se enfrenta a legiones de extraños enemigos, de los que tendrá que huir haciendo cabriolas. Se convierte en una especie de ser mitológico (Rocketman) que aparece y desaparece y va teniendo encuentros de lo más variopintos. Es enviado a Europa, con propósito apenas conocido, manipulado y guiado por manos invisibles para adentrarse en el corazón de Alemania y localizar el misterioso Schwarzgerät ("aparato negro"), y por ende, el cohete con número de serie 00000.

El reparto de personajes es digno de una película de los Hermanos Marx: incluye a un pulpo amaestrado y a Francisco Squalidozzi, un bizarro argentino que teoriza sobre Borges, los descamisados de Perón, submarinos del Reich en las orillas de Mar del Plata, “el gran poeta Leopoldo Lugones” y Rosas. Squalidozzi es un lobbysta argentino cuyo amigo de desventuras es Felipe con quien intenta robar un submarino. Lo remarcable es la descripción del peronismo de los años ’40, que mezcla con el Perón de la fecha en que fue escrito el libro (1973).

La novela se divide en cuatro partes asimétricas. La primera, “Más allá del punto cero” trata sobre un grupo de “paranormales” reunidos en Londres bajo una sección especial de los Aliados conocida como “La Visitación Blanca”, en la que se delinean algunos personajes importantes. Atravesado por una multitud de departamentos con siglas estrafalarias, allí se presentan Pointsman, el jefe del servicio; Mexico, un matemático estadista; Katje Borgesius, una agente holandesa y el protagonista principal, el teniente norteamericano Tyrone Slothrop, cuya principal cualidad es sufrir una erección cuando un cohete V-2 explota en las inmediaciones. Personajes trashumantes y funambulescos abundan en este entorno, en el que se discute acerca de los reflejos condicionados de Pavlov, entre otros.

En su segunda parte, “Un Perm’ au Casino Hermann Goering”, Slothrop goza de un permiso de licencia del que disfruta en el sur de Francia. Pero lo destacable es que tiene una misión: hallar una pista que conduzca a un cohete desarrollado por los alemanes, con el nombre de A-4. Vigilado de cerca por quienes también van detrás de él, Slothrop debe sortear una serie de celadas con que intentan atraparlo, para seguir el derrotero de esa maravilla de la técnica. Ésta lo dirige hacia la zona de ocupación. Aquí también aparecen Tchitcherine, un traficante ruso, y su opositor y discípulo, Enzian, ambos partícipes del desarrollo del cohete, como también un técnico alemán Van Göll –apodado “Der Springer” (el caballo), dada su afición al ajedrez-.

Ya desde el título, “En la Zona”, la tercera parte –la más voluminosa- nos indica el lugar en que se desencadenan los hechos. Es en esta región de dominio aliado, casi a las puertas de la rendición alemana, –en la que se trafican botines de guerra, informaciones y despojos varios- en la que más se detiene el relato y donde se expresa la mayor crudeza del final de la guerra. Es también en la que se van relacionando las historias personales de los personajes principales en pos de la trama, manteniendo el mismo objetivo de alcanzar el misterioso y venerado cohete.

Finalmente, en “La fuerza contraria”, se halla un grupúsculo –la Comunidad del Cohete- cuya misión es ensamblar las partes y hacerlo volar. Aquí todo se resume en un Nosotros contra un Ellos imaginario. Pero la línea que separa a ambos opuestos no está nada definida, como tampoco lo está el futuro del elenco protagonista.

Así el autor introduce cientos de personajes sin aparente orden –de hecho, el protagonista desaparece bastante antes de que termine la novela–, y ese desorden se hace extensivo al desarrollo de la acción, que mezcla perspectivas, puntos de vista, tiempos verbales y demás. Todos los personajes andan en una espiral de locura que ya forma parte de ellos, de la que no podrán librarse jamás, sólo aceptarla y sumarse a la fiesta de la paranoia al ritmo de alguna de las centenares de canciones que incluye Pynchon en sus páginas.

Este libro es el mayor y mejor ensayo sobre la locura jamás realizado, sobre el efecto de la guerra en las personas, víctimas y verdugos, inocentes y criminales, magistralmente retratado en la incertidumbre de esa Londres cuyos habitantes viven su día a día desquiciados, sabiendo que sólo oirán la bomba cuando ya sea demasiado tarde, cuando ya haya caído, con los cambios que eso provoca en su psicología, en su sexualidad, en cada aspecto que los moldea como seres humanos.

Adentrarse en El arco íris de la gravedad es escarbar en lo peor del ser humano, es entender por qué ocurrió lo que ocurrió durante aquellos años, cosa que centenares de miles de libros fracasan a la hora de explicar. Todo el libro resulta una gran parodia, una sátira, una burla descarnada a la versión oficial y televisiva de lo sucedido en la última gran Guerra del siglo XX y, por exacción, a todo enfrentamiento armado entre pueblos.

Su autor, Thomas Pynchon, es todo un misterio: no concede entrevistas y hace décadas que no se tiene una foto suya, por lo que su aspecto es desconocido.

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