domingo, 30 de julio de 2017

Hamlet de William Shakespeare


Acto I
La obra comienza una fría noche en Elsinor, el castillo real de Dinamarca. Un centinela llamado Francisco es relevado por otro hombre llamado Bernardo. Cuando el primero sale, entra otro centinela llamado Marcelo acompañado de Horacio. En sus conversaciones descubrimos que el protagonista de la obra es el príncipe Hamlet de Dinamarca, hijo del recientemente fallecido rey. Después de la muerte del rey, su tío Claudio se casa con la esposa del soberano, la reina Gertrudis, madre de Hamlet. También relatan el hecho de que Dinamarca tiene una larga enemistad con Noruega, y una invasión por parte de este último país, liderada por el príncipe Fortimbrás, se espera. Los centinelas tratan de convencer a Horacio, quien resulta ser el mejor amigo de Hamlet, de que han visto al fantasma del rey Hamlet cuando este se les aparece. Después de oír a Horacio, el príncipe Hamlet decide ir a la noche al lugar de las apariciones para ver al fantasma el mismo. Polonio es el chambelán del reino; su hijo, Laertes, parte de viaje a Francia y su hija, Ofelia, es cortejada por Hamlet. Polonio le advierte a su hija que debe terminar su relación con Hamlet ya que él es el príncipe y no es el dueño de sus deseos porque estos pueden afectar al Estado. Ofelia promete obedecer y dejar de ver a Hamlet. Esa noche el fantasma se le aparece a Hamlet y le informa que es el espíritu de su padre y que su tío Claudio lo asesinó al verter veneno en su oído mientras dormía. El fantasma le pide que lo vengue matando a su homicida. Tras el encuentro, el príncipe duda si el espíritu es el de su padre y si lo que ha dicho es real.
Acto II
El rey y la reina están muy ocupados tratando de abortar la invasión liderada por Fortimbrás, a la vez que se preocupan por el comportamiento errático y cambiante de Hamlet. Claudio decide enviar a dos amigos de Hamlet (Rosencrantz y Guildenstern) a averiguar la causa de la conducta extraña de su sobrino. Hamlet los recibe cortésmente pero se da cuenta de que lo están espiando. Ofelia se alarma por el comportamiento extraño de Hamlet y le cuenta a su padre que el príncipe entró en su habitación y se quedó mirándola sin decir nada. Polonio presume que es un “éxtasis de amor” la causa de la locura de Hamlet e informa a los reyes. Polonio y el rey Claudio deciden espiar a Hamlet cuando este le habla a Ofelia pensando que están solos. Ofelia le devuelve unas cartas que Hamlet le envió, el príncipe se pone furioso y le insiste para que se marche a vivir a un convento. Hamlet continúa dudando si el fantasma le ha dicho la verdad, por lo que cuando una compañía de actores itinerantes llega a Elsinor se le presenta una solución. La obra resulta ser una recreación de un asesinato, por lo que Hamlet le pide a un actor unas leves modificaciones para que la obra sea una recreación del asesinato de su padre.
Acto III
La corte va a ver la obra y cuando llega la escena del asesinato del Rey, Claudio se inquieta y se retira del lugar abruptamente, lo que demuestra la culpabilidad del rey. Claudio, temiendo por la posible locura de Hamlet, decide enviarlo a Inglaterra por su propia seguridad. Mientras tanto la reina se reúne con Hamlet para tratar de comprender su conducta tan rara, mientras Polonio se oculta detrás de una cortina para espiar y luego contárselo a Claudio. Hamlet le reprocha a su madre su apresurada boda con Claudio, cuando escucha un ruido detrás de la cortina y pensando que es el rey lo apuñala, causando la muerte a Polonio. Luego aparece el fantasma y Hamlet le habla, pero la reina no puede verlo ni oírlo por lo que determina que el príncipe está totalmente loco. Finalmente Hamlet se lleva el cuerpo de Polonio y lo oculta.
Acto IV 
Ofelia enloquece y comienza desvariar y cantar; su hermano Laertes regresa de Francia con la idea de vengar la muerte de su padre. Claudio lo convence de que Hamlet tiene toda la culpa de la muerte de Polonio; en ese momento llega una carta de Hamlet en la que cuenta que su barco con rumbo a Inglaterra fue atacado por piratas, por lo que ha retornado a Dinamarca después de ser liberado. El rey y Laertes organizan un plan: Laertes peleará contra Hamlet con una espada envenenada para así tener más posibilidades de matarlo. En caso de que falle, Claudio le ofrecerá a Hamlet vino con veneno. En ese momento llega la reina para informar que Ofelia se ha ahogado en un río.
Acto V 
Después, dos sepultureros cavan una tumba para Ofelia; es mientras discuten, cuando llegan Hamlet y Horacio. Uno de los sepultureros encuentra el cráneo de Yorick, un bufón con el que Hamlet solía divertirse cuando era niño. Luego llega el cortejo fúnebre de Ofelia encabezado por Laertes. En Elsinor, Hamlet se reúne con Horacio y le cuenta cómo encontró una carta de Claudio en la que ordenaba que cuando Hamlet llegara a Inglaterra, lo mataran, por lo que Hamlet la modificó pidiendo que se dé muerte a Rosencrantz y Guildenstern; en ese momento, un cortesano llamado Osric llega y le informa sobre el duelo con Laertes. En el duelo, Laertes hiere con su espada envenenada a Hamlet pero el príncipe sigue luchando, luego surge un intercambio casual de espadas y termina hiriendo Hamlet a Laertes con su propia espada envenenada . La reina Gertrudis muere al beber el vino envenenado. Laertes confiesa a Hamlet que la trampa del vino fue ideada por el rey. Hamlet, encolerizado, por fin logra herir al rey y le hace beber de su propio veneno, cumpliendo finalmente la venganza que el fantasma de su padre anhelaba. Hamlet, antes de morir, pide que se declare al príncipe Fortimbrás heredero del trono, el cual se presenta en la sala en medio del espectáculo de tantas muertes. La obra finaliza con la entrada en la corte de Fortimbrás, quien ofrece un funeral militar en honor a Hamlet.

La apasionada vida de Modigliani por André Salmon


Su autor, André Salmon (París, 1881- 1969), fue uno de los actores del París de las primeras vanguardias. De familia de artistas, poeta y crítico de arte, fue temprano defensor del cubismo junto con Apollinaire y Raynal (al parecer, y quien dio a Les demoiselles d'Avignon su título definitivo). Entre sus amigos más próximos se encontraban el poeta Max Jacob y los pintores Ortiz de Zárate, Moïse Kisling y Amadeo Modigliani. A este último le dedicó no menos de cuatro libros, el primero en 1926 y el penúltimo, este que comentamos, en 1957. Y junto con Kisling y Emmanuel Modigliani presidió su funeral. Sirvan estos datos para caracterizar tanto la familiaridad del autor con el mundo que describe como la preferencia por el pintor al que dedica esta apasionada biografía. En ella su protagonista emerge de una copiosa memoria de situaciones y personajes, algunos estelares y otros completamente olvidados. Es, por tanto, un retrato con paisaje al fondo.
Entre la obra y la vida de un artista hay una distancia inmensa. El caso de Modigliani es quizás uno de los más extremos. Por un lado tenemos una serie de retratos de hombres y sobre todo de mujeres, de facciones característicamente alargadas y de perfiles bien cortados. Sus escasas esculturas tienen la misma belleza elegante. Y están sus desnudos, que emanan una felicidad casi palpable (y que causaron la clausura de su única exposición en vida). Es decir, tenemos una obra nada dramática, llena de serenidad y equilibrio. Y a su lado, una vida desaforada, la de alguien que ahogaba su inseguridad en alcohol, que vivió en la miseria y murió a los 35 años. Su compañera, Jeanne Hébuterne, estaba embarazada, pero eso no le impidió arrojarse al día siguiente por la ventana. Tenía entonces 21 años y sus padres no quisieron que la enterraran con el pintor.

Naturalmente que una vida desventurada no es la condición del artista, pero no infravaloremos las dificultades que conlleva alojar un genio en tu interior. Saber desarrollarlo, sin asfixiarlo ni sucumbir a su vibración transformadora es algo que pocos logran. Modigliani, en palabras de Salmon, “jamás tuvo otra ambición que la de llegar a convertirse en un gran artista. Jamás se rebajó a calcular sus posibilidades”. En efecto, como certifica el autor muchas páginas después, esa ambición sin previsiones le condujo directamente “a una tumba decente costeada por los amigos, y un lugar de honor en las paredes de los museos de Italia, de Francia y de los Estados Unidos”.
Amedeo Clemente Modigliani nació en Livorno en 1884 y falleció en París en 1920. Los manuales le catalogan como un miembro de la Escuela de París, que por entonces acogía a artistas de todas las nacionalidades. Su obra, que goza de un genuino aprecio del público, como pocos artistas disfrutan (Van Gogh, Chagall o Renoir) es la prueba de que la historia del arte se podría construir tanto a través de los movimientos y los estilos como a través de sus excepciones.

Modigliani bebió de las fuentes que manaban en su tiempo: expresionismo y primitivismo, fundamentalmente. Pero supo fundirlos en un cimbreante clasicismo cuya pureza de líneas no renuncia a trasmitir sensualidad ni emociones. Consolidó y desarrolló este estilo a través de incontables penalidades, como la flor que surge de un tronco negro y retorcido. Y, dramáticamente, sólo lo practicó durante los últimos cinco años de su vida. Su forma de pintar es inconfundible y sólo se parece a sí misma. Se alza solitaria, sin participar de ninguno de los movimientos de su época. A un siglo de distancia de su muerte, podemos decir que sus cuadros rara vez cambian de manos y cuando lo hacen alcanzan precios astronómicos. No ha tenido seguidores, sólo imitadores y es constantemente falsificado.
El libro de Salmon es más que una biografía. No sólo por la amplitud de su enfoque sino por la propia sustancia de la narración. Leemos en sus páginas que “toda biografía que va más allá de la cronología, de la estricta nomenclatura, de la literatura de catálogos, desemboca en una vida novelada”. Sabemos que no siempre es así, aunque lo sea en este caso. La misma estructura del libro es novelesca y las salteadas reflexiones del autor sobre la viabilidad del género biográfico le dotan de espesor. Pero es sin duda la peripecia vital de Modigliani lo que permite levantar sobre ella este andamiaje.

Salmon se detiene poco en los orígenes del pintor, que nace en el seno de una familia judía, cuya decadencia económica marcó su infancia. Fue entonces cuando contrajo una tuberculosis cuyas consecuencias le acompañarían de por vida. Su formación como artista comienza a los 14 años, con un maestro “macchiaioli” (grupo florentino cercano al impresionismo). Luego seguirá asistiendo a clases en Florencia y Venecia. En 1906 llega París y se instala en Montmartre, por entonces un arrabal popular con merenderos y casuchas. Formará parte de la comuna de artistas y poetas que ocupa el célebre Bateau-Lavoir, así bautizado porque su endeble estructura de madera crujía como los barcos-lavaderos que surcaban el Sena.
Si se puede calibrar la personalidad de un hombre por las mujeres que le han amado, la de “Modi” es extraordinaria: la poeta Ajmátova, la escritora Beatrice Hastings, la pintora Marie Vassilieff, la escritora y pintora Nina Hamnett son sólo algunas de las más notorias. Su gran y último amor fue Jeanne Hébuterne, cuyo destino se entrelazó funestamente con el del pintor.

Una de las peculiaridades de esta biografía es que su autor forma parte de la vida del biografiado. Compañero de correrías, de juergas y de inquietudes, Salmon es un observador infatigable de la bohemia en la que Modigliani destaca como una figura especialmente enigmática. No era gran hablador pero se sabía de memoria La Divina Comedia y la recitaba en los momentos más inesperados. Bebía caudalosamente y también trabajaba como un poseso. Era irresistible para las mujeres y sin embargo las abandonaba y maltrataba a la menor ocasión (excepto a Jeanne). Su muerte estuvo a la altura de su vida. Tras unos días desaparecido, Ortiz de Zárate echó abajo la puerta de su casa y lo encontró moribundo al lado de su amada. A pesar de trasladarlo al hospital, murió poco después de meningitis tuberculosa. Aunque hubo que hacer una colecta por los bares para recaudar flores para su ataúd, este fue seguido por un inmenso cortejo compuesto por los personajes más dispares que quepa imaginar.

viernes, 21 de julio de 2017

Apocalipsis de San Juan

San Juan Evangelista era hijo de Zebedeo, un pescador de Galilea, y de Salomé, quien frecuentaba el círculo de discípulos de Jesús. Juan Evangelista fue, junto a su hermano San Santiago Apóstol, uno de los primeros apóstoles de Cristo. Jesús llamaba a Santiago y a Juan «hijos del trueno» por su carácter impetuoso. Ellos dos, junto con San Pedro, constituían el núcleo más íntimo del maestro. Fue San Juan Evangelista quien, con la Virgen María, se encontraba al pie de la cruz cuando murió Cristo.
Tras la resurrección de Jesús, San Juan Evangelista ocupó una posición relevante entre los discípulos. La historia posterior es incierta y se encuentra oscurecida por las leyendas. Se cree que fue responsable de la evangelización de Asia Menor, por lo cual recibió el castigo de los romanos.
San Juan escribió su Evangelio y sus Epístolas en Éfeso (Asia menor) y el Apocalipsis en la isla de Patmos, en el mar Egeo. La palabra griega apocalipsis es traducida como “revelación”. La palabra significa revelar, dar a conocer.
La primera sección está compuesta por las cartas dirigidas a siete iglesias de la provincia romana de Asia. La segunda sección está formada por una complicada serie de visiones, cuyo argumento se desarrolla en el cielo. Sobre este fondo se van revelando las cosas que han de acontecer al final de los tiempos, cuando Dios haga manifiesto el triunfo de su reino eterno.
Esquema del contenido:
1. Los mensajes a las siete iglesias
2. Los siete sellos
3. Las siete trompetas
4. Las señales simbólicas
5. Las siete copas
6. Las visiones del juicio
7. La nueva Jerusalén
1. Los mensajes a las siete iglesias
Está compuesta por las cartas dirigidas a siete iglesias de la provincia romana de Asia.
2. Los siete sellos
Juan describe una puerta abierta en el cielo y una invitación de una gran voz para “subir” con el fin de que se le muestren las cosas “que han de ser después de estas”. Juan vio al Padre sobre Su trono y a su alrededor hay 24 “tronos” más ocupados por “veinticuatro ancianos”.
El primer sello
Examinemos ahora el primer sello: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”.
El segundo sello
Cuando se abre el segundo sello, aparece un caballo rojo: “Cuando abrió el segundo sello, salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”
El tercer sello
El tercer sello se abre y aparece un caballo negro, símbolo del hambre: “Cuando abrió el tercer sello, salió un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”.
El cuarto sello
La apertura del cuarto sello revela un caballo amarillo, el cual representa pestilencia o enfermedad: “Cuando abrió el cuarto sello, salió un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”.
El quinto sello
La apertura del quinto sello no revela un caballo. En su lugar, da una breve visión en conjunto de los futuros problemas mundiales en la historia.
El sexto sello
A continuación viene el sexto sello: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento”.
El séptimo sello
“Cuando abrió el séptimo, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas”.
Un ángel diferente tomó un incensario “…y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”.
3. Las siete trompetas
Las siete trompetas son el “contenido” del séptimo sello.
Trompeta 1
La primera trompeta causa granizo y fuego mezclado con sangre, que destruye mucha de la vida vegetal en el mundo. Los incendios irán en aumento en todo el mundo y un tercio de los árboles y los bosques serán quemados. Todos los campos verdes, cultivos y pasto serán quemados.
Trompeta 2
La segunda de las siete trompetas trae lo que parece ser un gran meteorito que se precipita en el mar, causando la muerte de mucha de la vida marina del mundo. Juan describe algo así como que una gran montaña que arde arroja fuego al mar. La tercera parte del mar se convertirá en sangre y como un tercio de las criaturas del mar morirán. La tercera parte de las naves en el mar serán destruidas.
Trompeta 3
Una estrella gigante cae del cielo, ardiendo como una antorcha. La tercera parte de las aguas dulces en la tierra se volverá amarga. Muchas personas beberán el agua envenenada y morirán. La tercera trompeta es similar a la segunda trompeta, excepto que afecta los lagos y los ríos del mundo, en vez del mar.
Trompeta 4
Con la 4 Trompeta la tercera parte del sol, la luna y las estrellas se oscurecen. Tanto el día y la noche se ven afectados. El humo y el material expulsado de las tres primeras trompetas oscurecerán el aire y el cielo. Entonces, la cuarta de las siete trompetas ocasiona que el sol y la luna se oscurezcan.
Trompeta 5 – primer ay
Una plaga de “langostas demoníacas” ataca y torturan a la humanidad. Las langostas se parecen a caballos preparados para la batalla, llevan en la cabeza coronas como de oro, tienen rostro como de hombres, cabello como de mujer, sus dientes como de león. Llevan corazas como de hierro. El rumor de sus alas es como el fragor de muchos carros corriendo a la batalla. Tienen colas como de escorpión, como aguijones y en la cola poder para hacer daños a los hombres.
Trompeta 6 – Segundo ay
La sexta trompeta libera a un ejército de demonios que matan a un tercio de la humanidad.
Trompeta 7 – Tercer ay
La séptima trompeta da paso a los siete ángeles con las siete copas de la ira de Dios. Hay un segundo terremoto en todo el mundo. Se acompaña de ruidos, truenos y relámpagos.
4. Las señales simbólicas
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Estaba encinta y gritaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.
Otra señal también apareció en el cielo: un gran dragón escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas tenía siete diademas. Su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciera. Ella dio a luz un hijo varón, que va a regir a todas las naciones con vara de hierro; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. La mujer huyó al desierto, donde tenía un lugar preparado por Dios para ser sustentada allí por mil doscientos sesenta días.
Entonces hubo una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón. Luchaban el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él.
Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Pero se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila para que volara al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo. El dragón arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuera arrastrada por el río. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y se tragó el río que el dragón había echado de su boca. Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de la descendencia de ella, contra los que guardan los mandamientos de Dios.
Entonces, Juan vio salir del mar una fiera como con diez cuernos y siete cabezas. La fiera de la visión parecía un leopardo, con patas como de oso y boca como de león. El dragón le delegó su poder, su trono y una autoridad grande. Todo el mundo admirado seguía a la fiera y adoraba al dragón que dio su autoridad a la fiera.
Juan vio subir de la tierra otra fiera, con dos cuernos como de cordero, que hablaba como dragón. Ejercía toda la autoridad de la primera fiera en su presencia, y obligaba a todos los habitantes de la tierra a adorar a la primera fiera. A todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, hace que les pongan una marca en la mano derecha o en la frente de modo que el que no lleve la marca con el nombre de la fiera o con los números de su nombre no pueda comprar ni vender. El número de la fiera es el número de una persona y equivale a 666.
5. Las visiones del juicio
Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló con Juan diciendo: «Ven acá y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas. Con ella han fornicado los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación».
Dice Juan: "Me llevó al desierto, y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, adornada de oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación. En su frente tenía un nombre escrito, un misterio: «Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.» Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires".
Dice Juan: "Cuando la vi quedé asombrado con gran asombro. El ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos. La bestia que has visto era y no es, y está para subir del abismo e ir a perdición. Los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será".
»Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es y el otro aún no ha venido, y cuando venga deberá durar breve tiempo. La bestia que era y no es, es también el octavo, y es uno de los siete y va a la perdición. Los diez cuernos que has visto son diez reyes que aún no han recibido reino; pero recibirán autoridad como reyes por una hora, juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito: entregarán su poder y autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, elegidos y fieles.»
“También me dijo: «Las aguas que has visto, donde se sienta la ramera, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste, y la bestia, aborrecerán a la ramera, la dejarán desolada y desnuda, devorarán sus carnes y la quemarán con fuego. Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo y dar su reino a la bestia hasta que se hayan cumplido las palabras de Dios. Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.”
“Oí un ruido en el cielo: como ruido de agua torrencial, como ruidos de muchos truenos, como de muchos arpistas tocando sus arpas. Vi otro ángel volando por lo más alto proclamando con vos potente: “Respeten a Dios y dénle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo y la tierra y el mar y los manantiales”.
“Vi una nube blanca y en la nube sentada una figura humana, con una corona de oro en la cabeza y en la manos una hoz afilada. El que estaba sentado en la nube metió la hoz en la tierra y la tierra quedó segada”.
6. Las siete copas
“Después vi como se habría el templo en el cielo y oí una voz potente que salia del templo y decía a los ángeles: Vayan a derramar a la tierra las siete copas de la ira de Dios”.
La primera copa causa la aparición de dolorosas úlceras malignas en la humanidad.
La segunda copa provoca la muerte de todo ser viviente en el mar.
La tercera copa causa que los ríos se conviertan en sangre.
La cuarta de las siete copas ocasiona que el calor del sol se intensifique al grado de quemar y causar gran dolor.
La quinta copa causa una gran oscuridad y el aumento del dolor por lo que ocasionó la primera copa.
La sexta copa seca el río Éufrates para dar paso a los ejércitos del anticristo que se habían reunido para librar la gran batalla de Armagedón.
La séptima copa produce en un devastador terremoto seguido por granizos gigantes.
Dice Juan: “Del templo y del trono salió una voz potente que decía: ¡Se terminó!. Después vi bajar del cielo a otro ángel, con gran autoridad y la tierra se deslumbró con su resplandor. Grito con voz potente: ¡Cayó, cayó la Gran Babilonia. Vi el cielo abierto y allí un caballo blanco. Lo monta un jinete cuyos ojos son llama de fuego y en el cabello lleva muchas diademas. Las tropas celestes lo siguen cabalgando blancos caballos. De su boca sale una espada afilada para herir a las naciones”.
“Vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una enorme cadena en la mano. El ángel sujetó al dragón, lo encadenó y lo arrojo al abismo. Cerró y selló por fuera. Vi un trono grande y blanco y a uno sentado en él. Se abrió el libro de la vida y los muertos fueron juzgados por sus obras. El mar devolvió a sus muertos. Muerte y abismo devolvieron a sus muertos, y cada uno fue juzgado según sus obras”.
7. La nueva Jerusalén
"Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir".
El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza». También me dijo: «Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que salga vencedor heredará todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre».
Se acercó uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas con las últimas siete plagas. Me habló así: «Ven, que te voy a presentar a la novia, la esposa del Cordero». Me a una montaña grande y elevada, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios. Resplandecía con la gloria de Dios, y su brillo era como el de una piedra preciosa, semejante a una piedra de jaspe transparente. Tenía una muralla grande y alta, y doce puertas custodiadas por doce ángeles.
El ángel que hablaba conmigo llevaba una caña de oro para medir la ciudad. La ciudad era cuadrada; medía lo mismo de largo que de ancho. El ángel midió la ciudad con la caña, y tenía dos mil doscientos kilómetros: su longitud, su anchura y su altura eran iguales. La muralla estaba hecha de jaspe, y la ciudad era de oro puro, semejante a cristal pulido. Los cimientos de la muralla de la ciudad estaban decorados con toda clase de piedras preciosas. Las doce puertas eran doce perlas, y cada puerta estaba hecha de una sola perla. La calle principal de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.
No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas. Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche. Y llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las naciones. Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino solo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero.

martes, 11 de julio de 2017

John Lee Hancock


John Lee Hancock, Jr., nació el 15 de diciembre 1956, en la ciudad de Longview, Texas. Hancock estudió Leyes e Inglés en la Universidad e Waco, Texas. Su debut como guionista y director se produjo en 1991 con el film "Hard Time Romance", una comedia romántica que narra las visicitudes de un vaquero para casarse con su novia.
Sus siguientes trabajos fueron los guiones de las películas "Un mundo perfecto" (1993) y "Medianoche en el jardín del bien y del mal" (1997). Un año más tarde, fue director y productor ejecutivo de la seria televisiva "L.A. Doctors", créditos que repitió en la serie "Falcone" en el año 2000. Ya en el nuevo milenio, volvió a la dirección de cine con el drama deportivo "The Rookie" (2002), un éxito tanto de crítica como comercial.

En 2004, escribió y dirigió "The Alamo", que no tuvo repercusión, y se convertiría en el segundo mayor fracaso en taquilla en la historia del cine. Cinco años más tarde, escribió y dirigió "The Blind Side (Un Sueño Posible)",  que tuvo un gran éxito y recibió una nominación a los premios de la Academia a la Mejor Película.
Entre sus últimos trabajos, Hancock  co-escribió la película musical producida por Jennifer Anison, "The Girls Goree", que aún no tiene fecha de estreno; y también co-escribió para los Estudios Disney,  el guión de "Maléfica", la última recreación del popular cuento de "La Bella Durmiente", protagonizada por Angelina Jolie y Elle Fanning. También basado en un cuento infantil es su guión de la película "Blancanieves y la leyenda del cazador", estrenada en 2012 y protagonizada por Kristen Stewart, Chris Hemsworth y Charlize Theron.

En 2013  volvió a trabajar con Disney dirigiendo el filme "Al encuentro de Mr. Banks", una película sobre la vida de PL Travers y sus difíciles negociaciones con Walt Disney para adaptar su famosa novela "Mary Poppins" en un largometraje.

Filmografía
2016     

El fundador

2016     
Highwaymen

2013     
Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks)

2009     
The Blind Side (Un sueño posible)

2004     
El Álamo, la leyenda

2002     
The Rookie (El novato)

2000     
Electric Boy Genius

1993     
Hard time romance