Desde 1962 y durante los 25 años siguientes La Factoría fue un local-fusión: centro de arte, discoteca a tiempo completo, estudio de cine y fotografía y, sobre todo, refugio del rey del pop art, Andy Warhol. Era algo parecido a una línea de montaje de producción artística, y un lugar dinámico para la interacción social y cultural entre Warhol y su cohorte de amigos, amantes, artistas, conocidos casuales y espectadores curiosos.
La Factoría fue un centro social inexcusable para las celebrities de la época. Desde Mick Jagger a Bob Dylan, pasando por todas las estrellas prefabricadas de Warhol —Candy Darling, Edie Sedgwick—, políticos con ganas de juerga, nobles canallas y escritores de moda. En la lista de personalidades que pisaron el estudio están Salvador Dalí, Betsey Johnson, Truman Capote, Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Jean-Michel Basquiat, David Bowie, Deborah Harry y Madonna, entre otros.
La Factoría funcionó como un útero del que surgieron proyectos dementes -películas bastante obtusas de supuesto carácter vanguardista que no han soportado el paso del tiempo- y otros brillantes, como los primeros discos de la Velvet Underground, el influyente grupo apadrinado inicialmente por Warhol en el que coincidieron Lou Reed, Nico y John Cale.
Andy Warhol, cineasta, artista plástico y gurú de la modernidad, desempeñó un papel crucial en el nacimiento y desarrollo del pop art. A mediados de los 40 inició sus estudios en el Instituto Carnegie de Tecnología y luego se estableció en la gran manzana donde comenzó su carrera como dibujante publicitario para revistas como "Vogue"," Harper´s Bazaar" o "The New Yorker".
Después de una exitosa carrera como ilustrador profesional Warhol decidió fundar su propio estudio de arte situado en un destartalado edificio industrial del corazón de Manhattan: la quinta planta del número 231 de la calle 47 Este en Midtown y a partir de entonces adquirió notoriedad mundial por su trabajo en pintura, cine de vanguardia y literatura, notoriedad que vino respaldada por una hábil relación con los medios y por su rol como gurú de la modernidad.
Warhol actuó como enlace entre artistas e intelectuales, pero también entre aristócratas, homosexuales, celebridades de Hollywood, drogadictos, modelos, bohemios y pintorescos personajes urbanos. En 1968 se mudó a el piso 33º de Union Square Oeste, cerca del club-restaurante Max’s Kansas City
Andrew Warhola, hijo de emigrantes checo, era un encantador de serpientes y marchantes que convirtió aquel espacio fabril en un imán para friquis y una máquina de hacer dinero al servicio de su múltiple y discutido talento. Reunió a su alrededor una impresentable corte de chalados con genio que construyeron uno de los imperios culturales más importantes de la segunda mitad del siglo.
La Factoría no se limitó a los publicistas o pintores sino que cubrió todos los campos que interesaban al incomparable jefe. Cuando a Warhol le empezó a interesar el cine, la Factoría se dedicó en cuerpo y alma a él, creando una especie de productora que llegó a tener sus peculiares estrellas como el sex symbol gay Joe Dallesandro o el transexual Candy Carline, que crearon la marca de fábrica de la Factoría. Cuando éste comenzó a colaborar con la Velvet Underground la Factoría abrió sus puertas a la música y completó su ya extenso catálogo de actividades.
La Factoría alcanzó su mayor fulgor en 1969 con la creación de la revista Interview que extendió las enseñanzas del apóstol de la modernidad y sus acólitos por todo el territorio americano, haciendo popular el estilo de vida del circo neoyorquino underground.
A partir de que Warhol fue atacado a tiros en 1968 por una de sus colaboradoras resentida, la feminista radical Valery Solanas, el acceso al lugar se restringió y se transformó en una oficina al uso. Cuando Warhol resultó tiroteado el futuro de la compañía pendió de un hilo, pero se demostró que la Factoría era lo suficientemente madura como para continuar porque siguió viva durante muchos años, hasta la muerte de su creador. Pasó muchas fases, pero siempre se mantuvo fiel a la filosofía que encarnó Warhol. Y se puede decir que no ha muerto del todo, ya que Interview todavía se edita. La semilla de Warhol se resiste a desaparecer.
La obra de Warhol se valía de imágenes de consumo masivo para proponer una reevaluación radical de lo que debía constituir la materia artística. Gracias a sus pinturas, los anuncios, las tiras cómicas y los productos de consumo como las botellas de Coca-Cola y las cajas de Brillo adquirieron el mismo estatus artístico del que disfrutaba una naturaleza muerta tradicional.
Warhol redefinió el papel del artista, afirmándose en su famoso principio "quiero ser una máquina", redujo sistemáticamente su presencia como autor, trabajando con métodos e imágenes pensados para la producción en masa. Atrajo la atención con exposiciones de imágenes sorprendentemente banales, tales como lata de sopa Campbell del año 1965 o de estrellas famosas como Marilyn Monroe del 1962. La importancia de estas imágenes reside en el hecho de que fueran objetos o celebridades cotidianas y que, al ser impresos, podían ser repetidos mecánicamente hasta el infinito. Andy Warhol convirtió al arte en un servicio accesible a todo el mundo y no exclusivo de las grandes corporaciones.
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