domingo, 14 de mayo de 2017
El Castillo de Franz Kafka
K. es un agrimensor que llega a la aldea del castillo para cubrir una demanda de empleo. Sin embargo, las dificultades del viaje le han retrasado un año. Cuando llega, descubre que la situación es increíblemente enrevesada. La decisión de contratar a un agrimensor ha sido revocada, y pronto K. se encuentra perdido sin otra cosa que hacer que luchar contra el resbaladizo sistema del castillo para que le compensen el error. En el camino, conocerá a Frieda, dependiente y elegida del mesón que frecuenta el regente del castillo y la aldea, Klamm, un individuo absolutamente misterioso. Frieda le sigue, se enamora, más o menos, de K., se casan y le acompaña en su caída con tanta paciencia como perplejidad. También entablará cierta amistad con Barnabás, un mensajero del castillo y su única vía de comunicación con su interior, pero también una especie de paria en la aldea. Conoce a su familia y a sus hermanas, que tanto le ayudan como le entorpecen en su intención de entender las reglas de la aldea y llevar su demanda hasta el interior del castillo. Se peleará con sus dos ayudantes, bufones, histriónicos, insoportables pero también frágiles. Se verá obligado a aceptar un puesto de bedel en una escuela, se enfrentará a la desconcertante audiencia de los ministros que atienden las solicitudes de los aldeanos. En definitiva, K. resbalará sobre una superficie helada cada vez que intente penetrar en la surreal organización de la aldea. Los personajes parecen salidos en realidad de un extraño País de las Maravillas, cada uno con una lógica y una expresividad propias. Algunos momentos, como la escena de los dos ayudantes rogando y solicitando desde lo alto de un muro nevado, o la audiencia de los ministros en el mesón, son realmente memorables. Uno queda atrapado en la esperanza de ver aclarada esa terrible confusión, esperanza que no se cumple realmente. La historia permanece suspendida en el tiempo y K. comienza a darse cuenta de que cuanto mayores son sus esfuerzos por alcanzar su objetivo -hacerse un sitio en esa pequeña comunidad de acogida y llegar al castillo- más lejos está de alcanzarlos.
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