miércoles, 10 de mayo de 2017

El señor de los venenos de Enrique Symms


A mi padre lo conocí a los 8 años. Yo vivía con una tía. Nunca fui a la escuela, ni al primario. Recuerdo una casa en Monte Grande enorme, en la que había animales. Creía que era feliz, hasta que conocí el mundo cuando empecé a escaparme y a tener aventuras extrañas. Me hice delincuente juvenil. Cuando aprendí a escribir me di cuenta de que lo hacía bien, dice Symns.
Enrique Symns fue el creador de la memorable y extrañada Cerdos y Peces y de El Cazador, fue jefe de redacción de El Porteño, inventor de The Clinic (una revista que sacó en Chile), autor de biografías como la de Fito Páez, artista callejero y monologuista
Hoy no pasa nada. La derrota ha sido global. Se derrotaron las pasiones, no hay conversaciones apasionantes en los bares. Se acabó la promiscuidad, hasta la afectiva. Todo eso ha sido parte de la gran caída del alma de la gente. Estamos viviendo en un mundo sin alma, dice Symms.
Fue una figura del underground porteño de los años ’80 y principios de los ’90, ese laboratorio de experimentaciones y conductas alternativas que reunió desde artistas, escritores y periodistas geniales e irreverentes hasta traficantes y estafadores, pasando por drogones, manyines y vividores. Enrique Symns nació el 2 de enero de 1946 en Lanus, Provincia de Buenos Aires.
Jamás estudie. Vengo de la época de García Márquez. Él tiene un articulo que se llama “el mejor oficio del mundo” y dice que la universidad ha cometido el ultimo saqueo burocrático al robarle a la calle su ultimo oficio literario, porque realmente el periodismo se aprende en los bares, se aprende en conversaciones, se aprende de los mas viejos, se aprende con una gran disciplina de autodidacta y sobre todo haciendo muchas entrevistas, estando mucho en la calle, chocando contra los hechos, formando parte de ellos. Pero eso fue hasta que llegó la universidad, que de todas maneras yo considero que como dijo Nietzche “la universidad es la tumba del saber y la cuna del poder”. Allí nacen los jueces que nos mandan a la cárcel, los presidentes que nos gobiernan miserablemente, los sicólogos que nos encuentran locos. Siempre tuve una enemistad profunda con la universidad, lo cual no quiere decir que de allí no salgan grandes mentes, dice Symns
Los recorridos de su vida incluyen el tránsito por cárceles terribles, en las que cayó para terminar hacinado con cincuenta tipos en una celda de cuatro por cuatro. Las noches en los calabozos brasileños son casi memorables, pero también lo son las escenas de sexo con las mujeres más hermosas y exóticas que, por su inteligencia, se le acercan. El libro se cierra con el relato de su agitadísimo paso por Chile, donde participó del provocativo semanario The Clinic, y con el regreso a la Argentina.
Su infancia y su niñez transcurrieron con normalidad, salvo por un detalle: nunca fue al colegio. Ni un solo día. Su tía (que lo crió) no lo consideraba necesario y no lo mandó. Marcado por ese despojo, Enrique se volvió un muchacho taciturno, algo retraído, sin demasiada capacidad para la relación. A leer y escribir le enseñó su hermana, lo que fue su perdición, porque a partir de entonces no dejó los libros.

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