El jueves 16 de junio de 1904, en su domicilio del número 7 de Eccles Street, Leopold Bloom, dublinés de 38 años, modesto agente de publicidad, melómano esencialmente indolente, hijo de un judío húngaro convertido al protestantismo que dio en quitarse la vida por razones poco claras, esposo de la muy sanguínea y muy católica Molly Bloom, hija a su vez de la sefardí gibraltareña Lunita Laredo, padre de un niño muerto, amigo de Stephen Dedalus, un exalumno aventajado de los jesuitas que, llegado el caso, fue incapaz de acceder a las peticiones de su madre que desde el lecho de muerte solicitaba unas preces de su vástago; este Leopold Bloom se disponía hacia las ocho de la mañana a preparar su desayuno, el de su esposa y el de su gata, antes de iniciar su intenso periplo dublinés durante el que se encontrará con Dedalus, que habia sido expulsado de la torre que compartía con sus indeseables compañeros. Stephen Dedalus, Haines (estudiante inglés interesado en la cultura vernácula irlandesa) y Malachi Buck Mulligan, habian desayunado en la torre. Durante ese desayuno Buck Mulligan hace una parodia de la misa y luego se produce una discusión por el alquiler. La situación está en crisis, será su última mañana en esa torre para el joven Dedalus. Su familia es muy pobre, su padre vaga por las tabernas de Dublín. Su madre ha muerto y él se arrepiente de su comportamiento. Su condición de irlandés choca con su deseo de partir al continente a escribir. El segundo capítulo sucede, a las 10 de la mañana, en el colegio de muchachos ricos, donde Stephen Dedalus da clases de literatura. Luego visita al director, anciano reaccionario y antisemita. El tercero capítulo dura lo que su lectura en voz alta. Su escenario es la costa, son las 11 de la mañana. Un velero de tres palos llega al puerto. Aquí comienza la verdadera odisea con el episodio intitulado, en la versión original, “Calipso”. Son las 8 de la mañana. Bloom le prepara el desayuno a su casquivana mujer. Un gato lo sigue. Preparará sus célebres riñones asados para su propio placer. Pensará en los 16 años de matrimonio. En una hija que parece llevar el camino de su madre, en un hijo muerto hace diez años, tras lo cual no ha vuelto a intentar el coito con su mujer. Bloom visita el retrete, piensa en el agente de su mujer, cantante profesional, y actual amante, lee un cuento en el retrete y piensa si podría escribir uno él mismo. Se limpia el trasero con el cuento, y parte a un entierro. El relato entra y sale de la mente de Bloom. En el quinto capítulo Bloom vaga por Dublín, va a buscar correspondencia de una posible amante con la que se escribe con un nombre falso, hay escenas callejeras, se mete en una iglesia, reflexiona sobre la eficacia de la liturgia desde un punto de vista publicitario, apuesta sin querer a un caballo que ganará veinte a uno y se va a los baños. El sexto capítulo es memorable. Podemos percibir todo el ruido de Dublín, quedan en la memoria el traqueteo del carricoche, las voces, las imágenes. Es el viaje al cementerio, al entierro de Paddy Dignam. Son las 11 de la mañana. El escenario del séptimo capitulo es el periódico donde trabaja Bloom, es mediodía. Bloom se cruza con Dedalus sin verse, todo es fugaz y borroso. En el octavo capítulo, Bloom se dirige a almorzar pero cambia de idea y toma un tentempié. El noveno capítulo sucede en la biblioteca entre 2 y 3 de la tarde. Stephen, sin almorzar pero con algunos tragos en el cuerpo, expone sus teorías sobre Shakespeare. Predomina el diálogo en esta sección y se abre, a través de la revisión de Hamlet, el mito “padre-hijo”. Bloom aparece sólo fugazmente. Como un personaje de fondo. El debate es entre los platónicos auditores y el aristotélico Stephen. No se llega a acuerdo alguno. El capítulo 10 sucede en las calles, entre 3 y 4 de la tarde y muestra dieciocho episodios cortos unidos al final por el paso del virrey a través de Dublín a manera de coda. El capítulo 11 se refiere a las dos camareras del bar, de las que vemos solamente medio cuerpo. Sucede entre 4 y 5 de la tarde. Bloom se cruza con Blazes Boylan, el amante de su mujer, escucha comentarios sobre ella, se habla de cantantes y de canciones. Intenta escribirle a la mujer que pretende como amante. Para evitar ser reconocido por una popular prostituta, dirige su mirada hacia el escaparate de un patriota haciendo un escabroso contrapunto con la descarga de sus ventosidades. El capítulo 12 es una parodia irritante y cáustica del nacionalismo irlandés. Son ya las 5 de la tarde y el escenario es nuevamente una taberna. Lo conduce un Narrador sin nombre, en interpolaciones constantes con El Ciudadano, obseso patriota. Bloom queda en medio de este debate. El capítulo 13 tal vez sea uno de los más delicados. Son las 8 de la tarde, sucede en la playa. Presenta a la muchachita Gerty Mc Dowell a la manera de la barata literatura sentimental y luego se mete en la mente de Bloom que la observa sentada en las rocas. El estilo flota entre la novela rosa y la mente de Bloom, quien comprobará que la bella muchacha tiene un pie lisiado y se aleja cojeando. El capítulo 14, ha sido uno de los capítulos más discutidos. Complejo, hermético, describe el encuentro entre Bloom y Stephen Dedalus. Bloom ha ido a la maternidad para saber sobre el difícil parto de Mrs. Breen. Los estudiantes de medicina beben, irrespetuosos, entre ellos Buck Mulligan, siempre burlón, y el joven Dedalus. La conversación es francamente obscena y llena de alusiones a la fertilidad y a la obstetricia. El capítulo 15, es la cumbre absoluta del libro. Dialogado en forma teatral, pone en escena las irrepresentables fantasías de Bloom y Dedalus. Sucede en la Ciudad Nocturna, el barrio de los prostíbulos. Es medianoche. Bloom ha seguido a Dedalus hasta el burdel. Cuando salen, Dedalus es golpeado por un militar y Bloom lo recoge sintiendo que algo tiene el malherido Stephen de su fallecido hijo Rudy. En el capítulo 16, Bloom y Dedalus esperan un cochero que no llega. Es el amanecer del día 17. La una de la madrugada. Bloom decide llevar al hambriento Stephen a su casa. No ha comido desde hace casi dos días. El capítulo 17, que sucede en la cocina de la casa de Bloom, está convertido en un juego de preguntas y respuestas que finaliza con ambos orinando bajo la noche estrellada. Bloom se despide de Dedalus y queda a solas con Molly. Comprueba la visita de Boylan, piensa en su padre suicida, mira a Molly en la penumbra. Despierta a Molly besándole sus nalgas, angustiado. Ella despierta sobresaltada, conversan. Es el retorno de Ulises. El epílogo sucede en la mente de Molly. Ya es de noche y no importa qué hora es. El tiempo ha desaparecido y con él la puntuación. La palabra es casi una excusa. Son imágenes sueltas, laxas, deshilachadas. Molly siente una nueva fuerza en Leopold, le atrae extrañamente la presencia de Stephen Dedalus, la idea de que viva con ellos. Es el triángulo, es la trinidad que se cierra. La novela ha terminado con un si mayúsculo, afirmativo, poderoso. Es ahí, en la mente de Molly, esta promiscua Penélope, donde la nueva fuerza de Bloom asesina a todos sus pretendientes.
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