Gustav von Aschenbach es un compositor que, ya en sus años de madurez, delicado de salud, y con un sentimiento de fracaso ante la poca aceptación de sus últimas obras, viaja a Venecia para gozar de unos días de reposo. Aschenbach considera los viajes como una simple “medida higiénica” a tomar de vez en cuando. Pero su visión cambia cuando inicia el viaje a Venecia, en busca de los antiguos valores clásicos como escapatoria de la sociedad en que vive así como de su propia vida. Al llegar, en vez de encontrar un ideal de hermosura y virtudes, se enfrenta a una ciudad sucia y enferma, donde reinan el lucro y la corrupción. En esta decadente e inspiradora ciudad fantasma de los canales, se enamorará platónicamente de un adolescente centroeuropeo llamado Tadzio, de sobrecogedora belleza andrógina. En el Hotel Des Bains llama su atención una familia de turistas polacos en la que se encuentra el bellísimo adolescente por el que siente una súbita e intensa atracción. Vagará contemplando la hermosura del muchacho y de la propia Venecia, saboreando el declive progresivo de ésta y asimismo el de su propia vida, cercana ya a su final. Tadzio tiene 14 años, es bello, joven y aparentemente perfecto, pero tiene un pequeño defecto: es tan débil y enfermizo que Aschenbach asegura que “no llegará a viejo”. Esta vez, la esperada belleza se halla también degradada y rebajada sin la supremacía de tiempos arcaicos. Muestra así su cara más traicionera: su condición de efímera. Al menor soplo resbala y se pierde, mostrándose muy poco segura como para fiarse de ella. Tanto la novela original como la película constituyen, aparte de un relato narrativo de los sucesos acontecidos a Gustav durante su estancia en Venecia, una ilustración, oda, alegato y homenaje a aquella belleza perfecta, pura y plena de la que habla Platón en el Fedro y el Banquete: Gustav se encuentra frente a la belleza inalcanzable, aquélla que es bella por sí misma. Esta belleza es perfecta; por ello Tadzio, el objeto de obsesión de Gustav, no intercambia palabra alguna con él; ya que el sentido de perfección no posee un carácter mundano, sino que va más allá de éste. Es un sentido trágico, en donde el hombre (Gustav) encuentra que su razón de ser y vivir ha llegado a su plenitud, por lo que decide recrearse en contemplar esta belleza, pese al hecho de encontrarse en el macabro escenario de una ciudad en plena epidemia de cólera. Finalmente, Aschenbach encuentra la muerte producto de su anhelo de una vida estética según los ideales clásicos. Su amor por el adolescente lo hace permanecer en la ciudad que en esos momentos es víctima de una infecciosa peste, provocando así el deceso de Aschenbach. Este personaje está basado en el compositor Gustav Mahler.
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