La novela se divide en tres partes. Comienza en México D.F., donde Juan García Madero entra en contacto con el realismo visceral. Por medio de este personaje (García Madero) nosotros conocemos a los poetas que integraron ese movimiento y también a Lima y Belano. Sabemos de sus penurias económicas y su pasión por la escritura, de cómo recorren las calles de D.F., de cómo roban los libros que no pueden comprar y se reúnen en los cafés, y en la casa de Joaquín Font, que les sirve en numerosas ocasiones de punto de encuentro.
En la segunda parte, los dos protagonistas han emigrado a Europa y desde allí han seguido caminos dispares. Los testimonios nos describen las tribulaciones de Belano por España (que en gran parte fueron las de Bolaño): el reencuentro con su madre, el trabajo como vigilante en un camping, etc. También se describen los viajes de Ulises Lima por Francia, Israel y Austria (viajes que Papasquiaro realizó, aunque no con el contenido que se les da en la novela). Es aquí donde se narra el final de cada uno de los integrantes del realismo visceral, incluidos, Lima y Belano.
La tercera parte, la más breve, es anterior a la segunda cronológicamente. Retoma la historia de Juan García Madero en D.F. Narra cómo tuvo que huir de la ciudad, hacia Sonora, (México) en compañía de Lima, Belano y otro personaje, Lupe. Al mismo tiempo, se describe la búsqueda del rastro de la poetisa Cesárea Tinajero.
Juan García Madero es el autor del diario que conforma la primera y la última de las tres partes en las que se divide la novela. A través de su diario personal, seguimos al joven García Madero, huérfano, poeta y soñador, en el descubrimiento de su sexualidad, las relaciones con los detectives salvajes, y su apertura al mundo adulto.
Los personajes Lima y Belano persiguen uno de los posibles orígenes de la poesía moderna mexicana: el real visceralismo, que tiene su fundamento en las poéticas vanguardistas mexicanas del siglo XX. En este sentido, la figura de Juan García Madero es vital, no solo porque vive y describe el mundo literario existencial presente en Ciudad de México a mediados de los años 70, sino porque es él quien acompaña a Belano y Lima en su búsqueda de Cesárea Tinajero, precursora del real visceralismo, y, además, es quien finalmente recepciona la obra no publicada de la mítica poeta. Luego sabemos que la búsqueda de Belano y Lima acaba irónicamente con la muerte de Tinajero, lo cual nos hace vislumbrar que el supuesto origen y continuación de su legado quedaría en manos del más joven y recién incorporado Juan García Madero.
La misión de Belano y Lima es descubrir el paradero de Cesárea Tinajero, fundadora del grupo literario Real Visceralista. Lima y Belano han fundado una segunda etapa del grupo 50 años después y sus investigaciones pretenden determinar donde esta Tinajero y que fue de su producción literaria. De acuerdo a Belano y Lima, sus descubrimientos tendrán efectos devastadores para la literatura en español en general. Nunca se explica porque piensan esto.
Al final de la novela, Lima y Belano escapan hacia el desierto de Sonora para buscar a Tinajero, perseguidos de cerca por el padrote de Lupe, una prostituta adolescente a la cual ayudan a escapar y acompañados de impromptu por García Madero.
En Sonora, tras un minucioso rastreo, localizan a Tinajero solo para ser enfrentados por el padrote y un secuaz en una riña en la carretera en medio del desierto que incluye armas blancas y de fuego. En la riña muere el padrote, su compinche y Tinajero. Este suceso arruina el proyecto de Lima y Belano y este suceso es una explicación de la errabunda degradación que parecen sufrir ambos personajes durante los siguientes 20 años, los cuales vemos a través de los multitudinarios testimonios que pueblan la novela. Es posible entender que la muerte de Tinajero, precipitada por las acciones de Lima y Belano, se convierte en la maldición de ambos.
La novela podría ser calificada esencialmente como una narración testimonial, ya sea centrada en un solo personaje como sucede en la primera y última parte, o bien, expandida en una vasta red de monólogos que componen el relato central donde van apareciendo las más variopintas y diversas personalidades.
Entre los personajes secundarios podemos hallar primeramente a Amadeo Salvatierra, cuyo testimonio transcurre a comienzos de 1976, relatando un encuentro que tuvo con Belano y Lima, quienes recurren a este escribano para seguir los rastros de la madre de la vanguardia poética. Además, aparecen figuras como las de Joaquín Font y sus hijas, así como otros cercanos al núcleo literario real visceralista, entre los que cuentan la distanciada pareja compuesta por Jacinto Requena y Xóchitl García; Piel Divina, Luis Sebastián Rosado y Laura Jáuregui, entre otros. La variedad de nombres se amplía aún más, entendiendo que, tal como se indica en un comienzo, el relato se extiende por veinte años.
Otro aspecto a destacar en relación de Belano y Lima se evidencia en el fiel retrato de la condición de hombres móviles y errantes. Ambos inician aquel viaje en busca de Tinajero, pero el tiempo los separa y traza sus rumbos por parajes insospechados, atravesando continentes y formando vínculos con hombres y mujeres en lugares diversos y en ciertos casos tan antitéticos como Estados Unidos con la revolucionada Nicaragua. La capital de México queda estrecha para contener la travesía de los poetas, sus caminos se entrecruzan y bifurcan, transportándonos a Chile, España (Barcelona, Mallorca y Cataluña), Israel, El Cairo, Liberia, Angola, Nepal e Italia, entre otros países.
Los detectives salvajes es, en resumen, una mezcla maravillosa de autobiografía y ficción, en el que el asunto es la búsqueda, en primer lugar de una nueva poesía encarnada por la poeta Cesárea Tinajero, pero además se advierte la persecución de la libertad y del amor.
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