domingo, 14 de mayo de 2017

El espíritu de la ciencia ficción de Roberto Bolaño


El libro funciona como antecedente o germen de Los detectives salvajes. Incluso sus protagonistas, Jan Schrella y Remo Morán, semejan versiones juveniles de 17 o 18 años de Arturo Belano y Ulices Lima.
Corren los años 70 y los jóvenes poetas subsisten en una miserable azotea de la Avenida de los Insurgentes, en México DF. Mientras Remo intenta abrirse camino en la literatura escribiendo reseñas y frecuentando talleres literarios, el agorafóbico Jan se la pasa encerrado leyendo novelas de ciencia ficción y escribiendo desquiciadas cartas a sus autores de cabecera: Alice Sheldon, Fritz Leiber, Ursula K. Le Guin. Una pesquisa jalona la trama, fragmentada entre postales realistas y escenas oníricas, y apunta al porqué de la ebullición poética del DF de entonces.
Plagada de personajes bizarros, noches de borrachera e historias cruzadas, El espíritu de la ciencia ficción avanza a un ritmo hipnótico sobre una estructura compleja que combina varios géneros: el epistolar, la novela de aprendizaje o iniciación -en este caso a la poesía, al sexo y al amor-, el relato detectivesco e incluso la desgravación de una delirante entrevista hecha a uno de los protagonistas cuando triunfa en el futuro, texto que abre el libro y continúa en breves capítulos intercalados.
La estructura fractal de la obra bolañesca, de la que hablan algunos especialistas, se hace evidente aquí por los innumerables motivos, argumentos y personajes que luego el chileno expandiría en sus grandes títulos: desde la ubicua y kafkiana Universidad desconocida hasta personajes como el de la vieja poeta mendicante Estrellita, que remite a la poetisa Auxilio Lacouture de Amuleto (1999) o incluso de la Cesárea Tinajero de Los detectives salvajes.

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